(México, 2007)
Por Luciana Calcagno
Si pensábamos que en el cine lo habíamos visto todo, Stellet Licht nos demuestra lo contrario. La película abre con un plano de 6 minutos que nos obliga a contemplar un amanecer. Nuestra mirada, ya automatizada, (y mucho más automatizada en el contexto de un festival, donde se ven varias películas por día) observa el amanecer como si fuera la primera vez. Hay algo de ostranenie, de querer extrañar, desautomatizar el lenguaje del cine en Reygadas. Y no tiene que ver solamente con incluir largos planos contemplativos, sino con toda la importancia que se le da a la forma en su cine, y principalmente en Stellet Licht. El dialecto del grupo de menonitas que protagonizan el film no fue doblado porque al director le parecía “sonoramente hermoso” el sonido de sus diálogos. El cuidado en la composición de los planos y en el sonido deja en un lugar secundario a la historia de infidelidad y culpa que se desata dentro de esta comunidad menonita radicada en Chihuahua. Y esto puede ser atacado y criticado por muchos, pero lo cierto es que los sucesos de la historia -incluyendo el milagro dreyeriano que transcurre en la misma- no son importantes para un espectador que se encuentra perdido en los paisajes y en los poderosos planos –siempre iluminados con luz natural- que nos muestra el director, para quien es sin duda más importante la experiencia estética del espectador que narrar una historia de amor imposible.
10 de mayo de 2008
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