10 de mayo de 2008

"Construcción de una ciudad", de Néstor Frenkel

(Argentina, 2007)

Por Pablo Russo

Desaparecer. Verbo aplicado con triste perseverancia durante la última dictadura argentina. Desaparecer personas, libros, sueños, lugares. Desaparecer una ciudad entera. Vaciarla, mudarla compulsivamente. Destruirla, inundarla en nombre del progreso en forma de represa. Obligar a los viejos habitantes del pueblo de Federación (Entre Ríos, Argentina) a una nueva vida de casas uniformes, maquetas de arquitectos estilos A, B, C o D. Condenarlos a la falta de sombra, a las calles sin terminar, al cambio de vecinos, a la ausencia de lugares para la reunión social. Destino paradójico marcado por el agua: en la nueva ciudad, cuando la crisis acentuaba todos los fantasmas, el descubrimiento de agua termal se volvió milagro por su atracción turística. “Lo que el agua nos quitó, el agua nos devolvió”, dicen ahora sus pobladores. ¿Devuelve acaso el desarraigo que trastocó las identidades y marcó las vidas de los federaenses? Néstor Frenkel indaga en las huellas de la memoria colectiva, entre los que sobrevivieron y se adaptaron como pudieron, entre los que miran para adelante y los que no sacan la vista del lago. La historia es dramática -de más está aclararlo-, y por eso mismo el director intenta escapar a la redundancia: “contar una historia triste de manera triste es obvio y fácil”. Entonces queda el humor, como contrapeso de testimonios emotivos y desgarradores; el ingenio en la forma de edición y musicalización; y la gracia en las anécdotas cotidianas de los personajes. La ciudad que construye Frenkel está repleta de detalles y pequeños fragmentos que la cargan de humanidad. No suprime la distancia del realizador respecto al tema, sino que brinda una mirada que, de manera superlativa, asocia lo tierno con lo absurdo.

Ver Entrevista a Néstor Frenkel

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