9 de agosto de 2008

Especial Santiago Alvarez

(1º parte)

Continuando en la tarea de reseñar y analizar la obra de realizadores fundamentales del cine latinoamericano (que comenzó con un estudio sobre Jorge Sanjinés), desde Tierra en Trance nos abocaremos esta vez a Santiago Álvarez, el genial director cubano, estrechamente ligado al proceso revolucionario, y gestor de una apuesta estético-política convertida en referencia ineludible en el cine político contemporáneo.

En este número:

- Desde La Habana, su compañera y directora del Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez In Memorian”, Lázara Herrera, nos brinda su opinión acerca del pensamiento de Álvarez en relación a los vínculos entre cine y política, y sus relaciones y preferencias dentro del campo cinematográfico. Por Juan Ciucci y Sebastián Russo.

- Mariano Mestman nos ofrece el texto Imágenes de un nuevo tango sobre una película que Álvarez filmó en la Argentina, en 1973, a propósito de la asunción de Héctor Cámpora a la presidencia.

- Mabel Fariña e Irene Marrone, nos brindan un minucioso análisis comparativo entre noticieros y documentales cinematográficos argentinos y cubanos, titulado Morir en Buenos Aires, morir en Hanoi. Los discursos de la información audiovisual frente a procesos de resistencia social

- Javier Campo nos acerca Escritos cinematográficos-políticos de Santiago Álvarez, texto sobre la relación entre arte y política, recuperando una faceta no tan conocida del cineasta, la de su escritura.

- Por último, Lior Zylberman, propone una revisión crítica al conocido endilgamiento al cine de Álvarez como “padre del video clip”, en el texto ¿Puede ser un videoclip?


Debido a la voluminosa cantidad de material que hemos recogido y recibido, hemos decidido extender el recorrido analítico a dos entregas. La próxima, saldrá a la luz en el mes de Octubre, y tendrá las opiniones de Fernando Pino Solanas, y Humberto Ríos sobre Santiago Álvarez, recogidas por Pablo Russo, además de una entrevista realizada por Mariano Mestman a Álvarez y a parte de sus colaboradores en 1997, poco tiempo antes del fallecimiento del director, entre otros textos.

Invitamos entonces a la lectura del material reunido en esta primera parte del Especial de Tierra en Trance dedicado a Santiago Alvarez, y a realizar comentarios, críticas, para así poder generar intercambios y sumar a la reflexión sobre el cine latinoamericano y sus reverberancias y repercusiones (no sólo cinematográficas)

Sebastián Russo
Grupo Rev(b)elando Imágenes
Agosto, 2008.
Buenos Aires, Argentina

¿Puede ser un video clip?

Por Lior Zylberman


Acercarse al cine de Santiago Álvarez en forma periódica es toda una aventura, un descubrimiento que, visualización tras otra, demuestra la vigencia de su cine; si bien suele asociárselo o incluso otorgársele cierta paternidad del videoclip lo cierto es que Álvarez dista mucho de dicha forma audiovisual. En esta época, donde la fragmentación posmoderna ha desembocado en un pastiche de imágenes sin sentido, asociar a Álvarez con videoclip implica perder de vista elementos únicos de su capacidad evocativa, como “su uso intensivo de cada material”. No es el propósito de este escrito hacer hincapié en el camino antes expuesto sino en esto último: el uso del material. Transitar por los caminos de la fragmentación pero no de una forma vacua sino bajo su marca de autoría, aquello que le es propio al cine latinoamericano de los ’60-‘70 y a Santiago Álvarez en particular.

Para comprender el cine de Santiago Álvarez, éste debe ser visto al calor de sus tiempos; sus mejores producciones provienen de la época del llamado Tercer Cine. El hecho de que Álvarez produjera sus películas en la Cuba revolucionaria no es un hecho menor, desde ya, pero la aparición de autores de peso similar como Jorge Sanjinés en Bolivia, el tándem Solanas – Getino (para ser luego Solanas) en Argentina o Glauber Rocha en Brasil – por nombrar unos pocos - pone en foco la situación y la forma de pensar el cine durante aquellos años. Es decir, el cine no como un mero artefacto artístico sino como un cine imperfecto que provocara una revolución estética, narrativa y, también, en su forma: un cine proveniente y realizado en el tercer mundo que bregue por la unión, la liberación y el despertar de la conciencia.

Pero Santiago Álvarez se diferencia de sus pares latinoamericanos justamente por su condición, es decir, mientras un Solanas o un Rocha (quizás, a veces, sin proponérselo) propiciaban un cine hacia la revolución, un deseo de revolución, Álvarez ya lo era: el cine de Álvarez es un cine revolucionario. Su cine, a diferencia de otros, no necesita de prolegómenos ni de narraciones pedagógicas o aleccionadoras, Álvarez va a la confrontación, al choque.

El choque, en el sentido eisensteniano, se hace presente en los dos cortos que tomaremos de ejemplo: Hanoi martes 13 y El tigre saltó y mató, pero morirá... morirá... En ellos, como también en Now!, advertimos cómo el cubano hace propio lo escrito por Rocha: la originalidad de Latinoamérica era su hambre, y la más noble manifestación cultural del hambre era la violencia. De igual forma Álvarez tomará de su par García Espinosa la idea de un cine nacido para el activismo político, para proponer un continuo proceso crítico. Para Álvarez el choque es una óptica audaz, un montaje que deja de ser el típico y convencional montaje: el cine de la revolución debe ser inobjetable. Es por este camino donde el legado de Eisenstein ingresa a estas latitudes. Continuando el pensamiento de Vertov – “nuestra tarea esencial y nuestro programa es ayudar a cada oprimido en particular y al proletariado en general en su ardiente aspiración a ver claro en los fenómenos vivos que nos rodean” -, el cine debe buscar una respuesta activa por parte del espectador, un cine que propicie el involucramiento del espectador, un cine que haga uso del choque como un uso intencionado, es decir: el cine-puño. Por lo tanto, pensar al cine de Santiago Álvarez bajo la égida del cine-puño resulta acorde a lo que propician las imágenes y al uso que éste le da al montaje. Nada más alejado del video clip contemporáneo.

Tal como sugerimos anteriormente, el escaso empleo de recursos del lenguaje cinematográficos – escasos no significa desconocimiento del mismo ni mucho menos- era una característica del cine de Álvarez. Cabe hacer mención a su capacidad de hacer uso intensivo de cada pieza, cada imagen, que utilizaba en sus producciones: podrían ser imágenes de archivo, tomas filmadas, publicidades o fotografías. Estos recursos eran empleados, finalmente, en pos de una idea central.

En Hanoi, martes 13, donde se narran los ataques aéreos de los Estados Unidos en Vietnam el 13 de diciembre de 1966, Álvarez propicia una magnífica lección de progresismo dramático. La película no sugiere la acción ni la movilización inmediata, inicia con unos párrafos de José Martí de La Edad de Oro para luego desarrollar el modo de vida vietnamita; en paralelo nos muestra la vida de un niño que llegará a presidente: Lyndon Johnson. No vamos a narrar las películas - sugerimos su visualización -, pero es necesario mencionarlas a fin de indicar el choque. Estas dos tramas paralelas chocan en un martes 13, y la consigna que Álvarez tomará y repetirá será “Nosotros convertimos odio en energía”.

Para Álvarez el montaje propicia dinamismo, síntesis y precisión, la idea central se despliega sin necesidad de apelar a otros recursos tales como la voz – narración o el llenado de la pantalla de frases, consignas o pensamientos: con unas pocas líneas la movilización en el espectador es alcanzada. Hanoi, martes 13 nos repite la simple frase antes mencionada, las imágenes hablan por sí solas. Como en Now!, Álvarez vuelve a utilizar la música con ironía al hacer uso de la canción They're Coming To Take Me Away mientras los prisioneros estadounidenses cavan tumbas.

De la pasividad a la resistencia, de la calma al levantamiento, esta es la idea central que el montaje propicia, el choque busca la activación de nuestras sensaciones, para apoyar en la resistencia a los que, como dice la cita de Martí al cierre del corto, “viven de pescado y arroz”.

El tigre saltó y mató, pero morirá... morirá... debido a su forma bien podría pasar por un video clip actual. Allí vemos a Víctor Jara cantando en las calles, cantando junto al pueblo. En este corto Álvarez hace un triple juego: homenajea a Víctor Jara, hijo, poeta, músico y revolucionario, denuncia al régimen golpista chileno como también las relaciones de éste con los Estados Unidos, y finalmente se erige como una manifestación contra la represión en diferentes partes del mundo: Puerto Rico, Brasil, Colombia, los Estados Unidos, Santo Domingo, Vietnam...y otros más.

En este juego la imagen-homenaje -recordemos que Jara había sido recientemente asesinado por el régimen pinochetista– se convierte en imagen-denuncia. La primera canción, entonada por Violeta Parra, emparenta la quema de libros chilena con la nazi, nos advierte del fascismo imperante en Chile avalado por los Estados Unidos. Y Jara canta... le habrán cortado las manos pero no han podido acallar su voz. La voz crece y se multiplica, allí reside la idea central de Álvarez: hacer propia la voz de Jara y llevarla por el mundo. Bajo la forma en que está montado este corto, como también en el choque que las imágenes propugnan, esta película escapa de ser un simple homenaje para transformarse en un estandarte contra la opresión.

Si bien las cuatro canciones que son cantadas en este film podrían ser una mera ilustración de imágenes, El tigre saltó y mató, pero morirá... morirá... nunca podrá ser considerado un video clip. Como dijimos antes, atribuir estas características al cine de Álvarez significaría vaciar a su cine del propósito creador.

Tal como fue señalado, el video clip como producto típico de la posmodernidad propicia una repetición fría, un pastiche que se transforma en mera copia y que patrocina, como fin último, el consumo. Recordemos que la difusión de este tipo de material tiene como intención difundir un disco y por lo tanto aumentar las ventas del mismo. Decíamos, entonces, que bajo el pastiche, repetición y parodia posmoderna el espacio del videoclip se aproxima más al spot publicitario que al cine que Álvarez bregaba. Mientras que para el cubano cada película era única, cada puño producido significaba diversos tipos de movilizaciones por parte del espectador, el videoclip posmoderno nos lleva al consumo, a una actitud contemplativa y de mero displicente. Emparentar a Álvarez con el videoclip oscurece la ironía ya que en ella reside la denuncia. No todo montaje dinámico significa video clip; Álvarez hace uso de este tipo de montaje a fin de lograr el choque deseado y debido a su concepción de cine: despojado de todo tipo de intelectualismo o de discursos dogmáticos. Su cine, por medio del choque (el cine-puño), propicia la acción.

Asimismo merece ser recordado éste, y todo el Tercer Cine, como, quizás, el último gran “movimiento” colectivo, una época donde el cine era pensado por un conjunto llevando al celuloide inquietudes tanto artísticas como sociales. Es decir, un cine que renovó formas y estéticas, que fue realmente nuevo y novedoso a la vez, revolucionario en sus narrativas y en sus formas. Un cine que propensa el conocimiento social, a través del estremecimiento y el temblor, un despertar de la conciencia, llamamiento a la unidad y a la resistencia, la lucha, la transformación del mundo. Todo esto... ¿puede ser encontrado en algún video clip?

Imágenes de un nuevo tango

1973: La cámara de Santiago Alvarez en la asunción de Héctor Cámpora

por Mariano Mestman


Presentación

El texto que a continuación se reproduce fue publicado hace más de diez años (Film, núm.23, febrero 1997; ps.20-25), poco antes de la segunda y última visita del documentalista cubano a la Argentina en 1997. El año anterior desarrollé una investigación sobre el llamado Nuevo Cine Latinoamericano de los años sesenta y setenta en la archivos de la Filmoteca de la UNAM (Méjico) y la Cinemateca de Cuba (ICAIC, La Habana). Allí encontré un material del cual sólo teníamos alguna referencia pero desconocíamos su terminación porque ni siquiera figuraba en la mayoría de las filmografías del cineasta cubano y por razones políticas casi no había circulado en su momento: se trata de un documental realizado por Santiago Alvarez entre 1973 y 1974 con material registrado en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza cuando acompañó como camarógrafo del Noticiero ICAIC al presidente cubano Dorticós en la asunción del presidente Héctor J. Cámpora, el 25 de mayo de 1973.

A comienzos de 1997 los editores de la ya desaparecida revista Film -Fernando Martín Peña, Sergio Wolf, Paula Félix Didier- se interesaron por difundir la existencia del material. Al mismo tiempo, una copia en vhs que me había facilitado el ICAIC comenzó a circular en Buenos Aires. Pocos meses después, por coincidencia casual, un grupo de jóvenes estudiantes tuvo la audaz iniciativa de promover la visita de Santiago Alvarez a Buenos Aires, que pudo concretarse en gran medida porque Humberto Ríos la tomó en sus manos y la impulsó en las instituciones que podían hacerse cargo (el Instituto, fundamentalmente, si mal no recuerdo). También gente de cine del interior del país (como Jorge Jager de Rosario o Rolando López de Santa Fe) se interesó por el viaje y así Santiago visitó esas ciudades. Todo con las dificultades propias de su deteriorado estado físico y gracias a que mantenía su lucidez así como al invalorable apoyo permanente de su compañera Lázara Herrera.

Ese fue el segundo y último viaje de Santiago a Buenos Aires. El anterior había tenido lugar en los agitados días de mayo de 1973, y sobre el mismo habla esta nota que se reproduce tal cual fue originalmente publicada con el objetivo fundamentalmente divulgativo señalado.

Nacido en La Habana en 1919, Santiago Álvarez se hizo cargo del noticiero cinematográfico oficial cubano a los 40 años, con el triunfo de la Revolución. Previamente, tras regresar de un viaje de tres años por los Estados Unidos a comienzos de la década del 40, se había afiliado al Partido Socialista Popular (antes PC de Cuba) y participado en la fundación de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, integrada por intelectuales vinculados a ese partido, entre ellos futuros cuadros de la organización del cine cubano. Habiendo trabajado durante los años 50 en los archivos musicales de CMQ radio y televisión, con estudios previos de medicina, psicología y filosofía, asumió la dirección del Noticiero ICAIC Latinoamericano sin experiencia de realización previa.

Álvarez dirigió el noticiero desde su fundación hasta su finalización en 1991. De exhibición semanal, con una duración de 10 minutos, en general exhibido junto a algún film documental, el noticiero tuvo 1500 ediciones en sus 30 años. De ellas, Álvarez realizó directamente 600 y el resto se hicieron bajo su supervisión. Reconocido como pionero de la escuela documental cubana, junto a la tarea en el noticiero y articulada con la misma, realizó más de un centenar de films documentales. Sus trabajos han obtenido premios en muchos Festivales Internacionales como Leipzig, Oberhausen, Bilbao, Turín, Viña del Mar, Melbourne, Sestri Levante, Londres, Bilbao, Nueva Delhi, Tampere, entre otros.

Entre sus trabajos sobre temas cubanos encontramos los primeros documentales sobre las acciones de los grupos contrarrevolucionarios ("Escambray", 1961) o la invasión a Playa Girón ("Muerte al invasor", 1961) -en codirección con Jorge Fraga y con el recientemente fallecido Tomás Gutiérrez Alea, respectivamente-, los registros permanentes de la realidad nacional y del dirigente Fidel Castro (y el documental "Mi hermano Fidel", 1977) así como de desastres naturales como el huracán Flora ("Ciclón", 1963) o de la muerte de Benny Moré ("El bárbaro del ritmo", 1963). También el homenaje a Ernesto Che Guevara con motivo de su asesinato ("Hasta la victoria siempre", 1967), realizado en 48 horas con material de archivo y exhibido al aire libre en la Plaza de la Revolución la noche en que se anunció oficialmente.

Acompañando en general a las autoridades cubanas en visitas oficiales o como enviados especiales, Santiago Álvarez y su equipo recorrieron diversas regiones del mundo y registraron imágenes de acontecimientos y personalidades significativas de la segunda mitad de este siglo. Como sostuvo el profesor español Jaime Barroso, su obra trasciende lo cinematográfico para convertirse en un registro imprescindible de personalidades del siglo XX para futuros historiadores. De figuras como Ernesto Guevara, Fidel Castro, Ho Chi Minh ("79 primaveras", 1969), Joao Goulart o Salvador Allende, entre otros, quedarán registros en gran medida gracias a su labor cinematográfica.

Asimismo, sus trabajos -y muchos otros de la cinematografía cubana- aportan otra mirada sobre procesos que en general fueron conocidos internacionalmente a través de la perspectiva norteamericana. Piénsese en sus registros de los bombardeos norteamericanos sobre Vietnam ("Hanoi martes 13", 1967) y luego de la reunificación con la caída de Saigón ("Abril de Vietnam en el año del gato", 1975), o la guerra de Laos ("La guerra olvidada", 1967), sólo para citar tempranos ejemplos.

En un sentido similar a lo afirmado por Barroso, podemos decir que los films de Santiago Álvarez aportan documentos significativos para el conocimiento y comprensión del proceso del gobierno de la Unidad Popular en Chile y los antecedentes del sangriento golpe militar de septiembre de 1973. Durante el gobierno de Allende, el realizador cubano estuvo por lo menos en dos oportunidades acompañando en visita oficial a Fidel Castro, primero (1971), y a Osvaldo Dorticós, luego (1973). En el primer caso registró para el Noticiero ICAIC la visita del líder cubano y su participación en diversos actos a lo largo del país durante 25 días. De ese viaje surgió el documental "De América soy hijo y a ella me debo" (1972). Su trabajo en Chile y la denuncia del asesinato del general Schneider ("Cómo, por qué y para qué se asesina a un general?", 1971), le trajo aparejado la ridícula acusación de promover el asesinato de militares, cuando el film justamente denunciaba lo sucedido y acusaba a la CIA de estar involucrada en la desestabilización del gobierno. Inmediatamente después del golpe realizaría su homenaje al cantante popular chileno Víctor Jara ("El tigre saltó y mató ... pero morirá, morirá", 1973).

Pero su vinculación a Chile -afianzada durante la Unidad Popular, período en el cual además el ICAIC firmó acuerdos con Chile Films, bajo la dirección de Miguel Littín- se remonta a 1967, como integrante de la delegación cubana participante del Festival de Cine de Viña del Mar. Allí el cine cubano comenzó una relación más estrecha con realizadores de América Latina. Si hasta fines de los sesenta algunos festivales o centros de formación europeos habían funcionado como lugares de encuentro de cineastas latinoamericanos, a partir de ese momento comienza un camino de festivales y encuentros en la propia región, marcadamente atravesados por la radicalización política, que encontraría su sistematización, ahora con una nueva situación regional, a partir del Festival de Cine de La Habana, realizado anualmente desde 1979.

Si en Viña del Mar 1967, Álvarez recibió un premio especial del jurado por "Now" (1965) -proclama antirracista construida a partir de fotos fijas y una canción de Lena Horne de fondo sonoro-, en el siguiente festival de Viña 1969, fue elegido Presidente de la Mesa Directiva del Segundo Encuentro de Cineastas Latinoamericanos. La presencia argentina en ese Festival fue significativa por la asistencia de numerosos estudiantes de las escuelas de cine existentes, por la irrupción de "La hora de los hornos", así como por la designación de Edgardo Pallero -productor de este film y uno de los principales promotores desde los años 60 del cine político regional- como Secretario General del Encuentro.

Pocos años después, en mayo de 1973, Santiago Álvarez visitaría la Argentina con un equipo del Noticiero ICAIC Latinoamericano para registrar la asunción de Cámpora a la presidencia de la Nación, tras seis años de la dictadura militar inaugurada en 1966 por el general Juan Carlos Onganía. De ese viaje surgió el documental "El nuevo tango", sobre el cual nos brinda su testimonio.[1]

Durante las décadas del 70 y el 80, Álvarez continuó su trabajo como director del Noticiero, regresó varias veces a Vietnam y viajó, en general acompañando a Fidel Castro, a sitios tan diversos como Guinea, Argelia, Guyana, Europa del Este, la Unión Soviética, Venezuela, Portugal, Estados Unidos, México, España, Angola, Mozambique, Camboya, Etiopía, Mongolia. De su trabajo en ese período surgieron varios otros documentales. Incluso realizó un largometraje de ficción, "Los refugiados de la Cueva del Muerto" (1983).

A partir de los años 80 se sucedieron homenajes y retrospectivas de su obra en el exterior, y en los 90, con el fin del Noticiero ICAIC Latinoamericano como consecuencia directa de la situación económica atravesada por la Isla, incorporó a su actividad la dirección de videos. Si en los primeros años de la Revolución Cubana las limitaciones técnicas no significaron un obstáculo insoslayable para la inmensa labor del Noticiero en Cuba y el exterior, las dificultades económicas que trajeron aparejada la finalización del mismo no impidieron que con su audacia y creatividad Álvarez registrase los Juegos Panamericanos de Cuba, 1991, realizando, con el escaso material disponible, un film sobre los perdedores ("¿Perdedores?", 1991).


El nuevo tango

En más de una oportunidad, Santiago Álvarez se autodefinió como periodista y documentalista al mismo tiempo. En el propio Noticiero ICAIC, del cual surgieron varios de sus documentales, muchas veces predominaron los noticieros monotemáticos frente a los de informaciones variadas. En una entrevista realizada pocos años antes de su viaje a la Argentina de 1973 (Cine Cubano, núm. 58-59), se preguntaba: "¿Un documental no es acaso un testimonio reelaborado a partir de la visión ideológica que tiene su realizador?". En este sentido, señalaba que había introducido estructuras de documentales en los noticieros "con el propósito de ofrecer la noticia con carácter permanente", otorgándole así una forma diferente a la de la "noticia de actualidad".

En una entrevista posterior (Cine Cubano, núm. 78-80), a propósito de su film "De América soy hijo y a ella me debo", afirmaba: "habrás visto que la mayor parte de los documentales que he realizado están íntimamente ligados a un hecho inmediato, acabado de producirse, o que se está produciendo, que pone en tensión toda una serie de elementos creativos dentro de ese periodismo. Esto lo he hecho partiendo siempre de un principio: que se puede hacer un cine periodístico sin necesidad de caer en el llamado "palo periodístico", dando una perdurabilidad, una permanencia a la noticia (...) Creo que el propósito de reflejar, de registrar, de informar -de informar analizando- una noticia, debe ir acompañado de un esfuerzo de elaboración para que cuando se vea de nuevo dentro de un año, dentro de cinco años, ese hecho, esa noticia, pueda tener el mismo interés que al día siguiente de haberse producido".

Aunque el registro periodístico de noticiero predomina en "El nuevo tango", la elaboración referida por el director para alcanzar el objetivo de la perdurabilidad también está presente, destacándose el trabajo de montaje de diversos elementos. Pero en este caso, además, el valor del film se reactualiza como documento histórico como consecuencia de la obturación, por parte de la represión política posterior, del proceso político que sus imágenes condensan (y de la memoria colectiva sobre el mismo).

Varios cineastas del cine político y militante argentino, en general vinculados a alguna de las tendencias de la izquierda peronista, se organizaron para registrar los acontecimientos que entre 1972 y 1973 constituyeron el camino hacia las elecciones y el regreso de Perón a la Argentina. Entre ellos, la asunción de Cámpora. Pero el proceso político local, el incremento de la represión ya desde 1974 y su generalización con el golpe militar de 1976, imposibilitaron el procesamiento de ese material. El acelerado cambio de la situación política constituye también una de las razones por las cuales "El nuevo tango" nunca llegó a estrenarse. En la medida en que mucho de lo filmado por los grupos locales se perdió, el valor testimonial del registro de Santiago Álvarez y su equipo en esos días es por demás significativo. De hecho, en los últimos años, más de un cineasta argentino que abordó el período solicitó al realizador cubano imágenes de su film.

"El nuevo tango" incluye registros del recibimiento de Dorticós por Cámpora en el aeropuerto de Ezeiza, la transmisión del mando y el abandono en helicóptero de la Casa Rosada por Lanusse, breves palabras de Salvador Allende en el Congreso Nacional, las concentraciones populares, el enfrentamiento del pueblo con los infantes de marina, el nerviosismo de los hombres de la seguridad de la Casa Rosada frente a la presión popular por ingresar, el acto de aniversario del Cordobazo y la asistencia de Cámpora, Allende y Dorticós a un Boca-Racing en Avellaneda, entre las imágenes más significativas.

Según sostiene el cineasta cubano, otras secuencias, como las de la liberación de los presos políticos, fueron facilitadas por realizadores locales. Asimismo, junto a las secuencias señaladas más arriba, aparecen otras de archivo del "renunciamiento" de Evita, de los bombardeos a la Plaza de Mayo de 1955, de la entrada de la tanqueta policial en la sede del Partido Justicialista cuando el velatorio de los asesinados en Trelew en 1972, de noticieros del período de Frondizi -que ilustran los datos sobre las inversiones de EEUU en Argentina y las relaciones entre ambos países-, del Cordobazo.

Estas imágenes aportadas entonces por los grupos locales (en los créditos aparece, entre los colaboradores, el Noticiero Nacional de la Juventud Peronista), son utilizadas en general para ilustrar la historia argentina, sintetizada en off en diversos momentos, o los discursos de dirigentes en los actos.

Pero Santiago Alvarez no se limita al comentario de las imágenes registradas, de por sí de un valor indiscutible, sino que anima el film ubicando la música que considera apropiada en cada momento, con ilustraciones e inserts del Martín Fierro o utilizando carteles y títulos de publicidades y de películas exhibidas en esos días que le sirven para caracterizar situaciones (del estreno de “Juan Moreira”; "La batalla del último Panzer" para el enfrentamiento de los infantes de marina con el pueblo; "Una fuga a toda vela", para el alejamiento de Lanusse de la Casa Rosada en helicóptero).

La banda sonora se integra, acorde al título, con composiciones de Astor Piazzolla, y alguna canción popular de César Isella. Pero también, en un lugar central, con el sonido ambiente, los cánticos y gritos en las concentraciones y actos (entre ellos los saludos a Cuba y la marcha peronista), así como versos recitados del Martín Fierro.

Un eje se reitera, de diversas formas, a lo largo del film: el referido a las relaciones argentino-cubanas. La temática irrumpe en los primeros minutos con un fragmento del discurso de Dorticós en la OEA respecto de las agresiones a la Isla. Hacia la mitad, una secuencia de la Conferencia de Prensa de Cámpora y Dorticós explicita el reconocimiento diplomático a Cuba. Pero esas relaciones en el documental trascienden las instancias oficiales, como se encargan de remarcar diversos discursos, los gritos de la gente ("el pueblo cubano también es nuestro hermano"), secuencias del saludo y afecto brindado por la gente a Dorticós, o en la reivindicación por éste de la figura del Che Guevara como "un ciudadano de Argentina y de Cuba". Ya desde el comienzo la relación entre los pueblos se funda en la comunión entre los héroes nacionales, expresada en una frase de José Martí dedicada a José de San Martín que se inserta en la pantalla sobre las imágenes del presidente cubano depositando una corona en el monumento al Libertador, con el himno nacional de fondo.

De esa comunicación entre Cuba y la Argentina también parece dar cuenta el registro del acto de conmemoración del Cordobazo. Si en el comienzo, animado con música de Piazzolla, el contrapunto entre secuencias del interior de la Casa Rosada -que insisten en la tensión vivida por los hombres de la seguridad ante la presión popular por ingresar- y otras del avance de una columna en la calle frente al retroceso de los infantes de marina, crean un cierto clima dramático; hacia el final se percibe un clima festivo y emotivo en el acto de Córdoba. En este caso, parece (re)crearse una suerte de diálogo entre el presidente cubano, desde el palco, y los asistentes. El evento se estructura en base a un montaje de imágenes del escenario colmado, planos generales del público, tomas de carteles y de los principales dirigentes, imágenes de archivo del Cordobazo.

La banda sonora incluye al locutor oficial y a un locutor radial, así como los discursos y los cánticos de la gente:

Locutor radial: "(...) en estos momentos se hace presente en la concentración el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, el compañero gobernador de la provincia Dr. Ricardo Obregón Cano y el vicegobernador, que es a la vez Sec. Gral. de la CGT de Córdoba, Atilio López. Dificultosamente se van abriendo paso las autoridades para llegar a este palco (...) Estamos a sólo dos metros de ellos, pero les es imposible avanzar entre una verdadera marea humana que se ha concentrado aquí (...) Y han arribado aquí al palco, al que fueron subidos en andas el presidente de Cuba y Agustín Tosco (...)

Locutor oficial: "Toma la palabra el presidente Dorticós".

Asistentes: "Descamisado, descamisado". "Que se saque el saco".
(Dorticós se saca el saco).

Asistentes: "Descamisado, descamisado".

Dorticós: "Compañeros, trabajadores, estudiantes, jóvenes de Córdoba, autoridades de esta provincia".

Asistentes: "Cuba, Cuba, el pueblo te saluda".

Dorticós: "Deseo en primer lugar transmitir un saludo revolucionario y fervoroso del pueblo de Cuba, de los obreros de mi patria, de la juventud obrera y campesina de mi país, al pueblo de Córdoba. Rendir aquí, compañeros, nuestro homenaje cálido a aquel gesto que fue el Cordobazo que todos sentimos en nuestros corazones cuando tuvimos la información de su ocurrencia en nuestra Isla".

Asistentes: "Cuba, del brazo, de nuestro Cordobazo".

Dorticós: "Sí compañeros, Cuba del brazo de vuestro Cordobazo".

Asistentes: Aplausos.

Dorticós: "Traerles también un mensaje de saludos de nuestro primer ministro, compañero Fidel Castro".

Asistentes: "Fidel, Fidel, Fidel ...".

Dorticós: "Y nos unen también algunos hechos históricos trascendentes. La vinculación de nuestro héroe nacional, José Martí con la Argentina. Y nos une además un ciudadano de Argentina y de Cuba, Ernesto Che Guevara".

Asistentes: "Se siente, se siente, el Che está presente".

El documental culmina con versos del Martín Fierro insertos sobre las imágenes de la Cordillera de los Andes. Tal vez con la esperanza de haber documentado el inicio de un gobierno similar al transandino de Allende; la esperanza en la "primavera camporista", que como la experiencia de la Unidad Popular en Chile sería trágicamente aplastada en los meses siguientes.


Ficha técnica
"El nuevo tango". Documental. ByN. 35 mm. 28 min. Producción: Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Realizadores: Raúl Rodríguez, José León, Miriam Talavera, Idalberto Gálvez, Epin Rodríguez, Santiago Peñate, Jorge Pucheux, Delia Quesada, Ofelia Galán, Adriano Moreno, Enrique López, Eduardo Capote y Santiago Álvarez. Colaboraciones de: Casa de las Américas, Prensa Latina, Noticiero Nacional de la Juventud Peronista y voces del pueblo argentino. Textos: Martín Fierro y José Martí.

[1] El testimonio de Alvarez tomado por Mariano Mestman, más el de alguno de sus colaboradores, se podrán leer en la próxima entrega de Tierra en Trance.

Entrevista a Lázara Herrera

Por Juan Ciucci y Sebastián Russo

Un cine revolucionario debe ante todo tener comunicabilidad

Lázara Herrera fue la compañera de Santiago Alvarez. Hoy directora del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez In Memoriam, nos responde algunas preguntas desde La Habana (Cuba), que intentan seguir desentrañando posicionamientos, filiaciones, preferencias, de uno de los más importantes directores de cine latinoamericano.


- ¿Cual era, para Santiago Alvarez, el papel que debía desarrollar un cineasta, y el cine, en la sociedad?

Para adentrarnos en la vida y obra de Santiago Álvarez, debemos tener presente que este hombre que llegó al cine con mas de 40 años y sin haber cursado ninguna escuela de estudios cinematográficos, revolucionó por completo las cimientes mismas del cine documental

Realmente Santiago Álvarez, fue un cineasta de una enorme dimensión, que como el mismo decía: “era un producto del subdesarrollo acelerado”, que la Revolución lo hizo director de cine y que aprendió manoseando millones de metros de películas. Para él el cine debía estar en función de una sociedad diferente, estar inmerso en la realidad de su país y contribuir con el mismo al mejor conocimiento de los cambios estructurales, políticos, sociales, culturales, como los que se operaron en nuestra isla desde enero de 1959. Estimaba que por muy poca sensibilidad que se tuviera, una realidad cambiante como la nuestra, permeaba y enriquecía a cualquier creador y lo hacía trabajar constantemente en beneficio de la mayoría. Decia: ”…pretendo hacer un cine que llegue a la masas, que tenga un objetivo revolucionario, que sea comunicativo, que no se quede en una élite, que no sea para un grupito, pues como el cine es un arte de masas, pues que llegue a las masas y no se quede en determinada parte de la ciudadanía. Seria mi mayor satisfacción, y es que lo trato de hacer, que lo que hago lo entienda la mayor parte de cualquier pueblo, no solamente en Cuba, sino cualquier pueblo del mundo, que lo puedan entender hasta en Groenlandia Un cine revolucionario debe ante todo tener comunicabilidad, sino, no es revolucionario…”

- ¿Había una intención de dirigirse a algún público en particular? Y en tal caso, ¿de qué modo tenía en cuenta al público al que se dirigía?

Tenía como norma confrontarse con él, e iba al cine, a la sala oscura, a ver la reacción de los espectadores, ante sus noticieros y documentales.

Tenía la capacidad de acercarse a todos los públicos, jóvenes y menos jóvenes, era un hombre osado, que utilizaba herramientas del lenguaje que quizás para otros no fuesen válidas, como el uso de imágenes de una revista, o un dibujo animado en medio de un noticiero, o de un documental, siempre que éste lograra el efecto que él deseaba despertar en el espectador.

Tomemos el ejemplo de “Now”, documental de seis minutos, fuerte denuncia contra la discriminación racial en los Estados Unidos. En este documental singular, el Maestro hace un uso genial del contrapunto entre imagen y sonido, utilizando fotos fijas de revistas, periódicos y muy poco material filmado, con un ritmo trepidante que nos lleva en seis minutos a ver e identificarnos con la lucha por los Derechos civiles que en esos años 60 llevaban a cabo los afronorteamericanos.

Muchos especialistas del género consideran que el cine documental fue otro después de “Now”. Otros, que fue la contribución del Maestro a lo que mas tarde se conoció como video clip y en muchos centros de enseñanza audiovisual este material es mostrado como clase magistral de montaje.

- En relación al llamado cine político, ¿cuál era su reflexión acerca de la estética en este tipo de cine?

Para Álvarez, la política no podía estar desvinculada de una buena estética. El hacia política con arte, con un buen contenido político pero con una maravillosa estética, que sabía atrapar al espectador, deleitarle y hacerlo reflexionar sobre lo que estaba visualizando.

Podríamos analizar aquí varios de sus más importantes documentales. Por ejemplo: “LBJ”, documental de 18 minutos, realizado en 1968, en ese breve espacio de tiempo nos da toda la tensión de la vida norteamericana en aquella época, donde hace un análisis de la violencia en ese país tomando como ejemplo tres importantes acontecimientos: el asesinato de Jonh Kennedy, el asesinato de MartinLuther King, y el asesinato de Robert Kennedy.

Este trabajo, con una fabulosa banda sonora se divide en tres capítulos que coinciden con las iniciales del presidente Lyndon Baines Johnson: L por Luther B por Bob Kennedy y J por John Kennedy. La estructura se basa en un prologo, tres capítulos y una conclusión, con un montaje que nos deja un final abierto para analizar la violencia de la vida norteamericana. Apoyado en la banda sonora de Carmina Burana de Karl Off, para acentuar aún mas la sátira y la ironía.

Podríamos analizar otros documentales de fuerte carga política que son verdaderas joyas de la cinematografía como son los casos de “Hanoi Martes 13”, “79 Primaveras”, “Hasta la Victoria Siempre”, “Mi hermano Fidel”, por solo citar algunos.

- ¿Cuál y cómo era su relación con el Estado cubano?

El primer decreto cultural firmado por la Revolución cubana en marzo de 1959 fue la constitución del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, el ICAIC como se le conoce. Ya esto demuestra la importancia que otorgaba al cine la Revolución triunfante, por ser éste un movilizador político y cultural.
Santiago comienza en el cine realizando el noticiero ICAIC latinoamericano, que salía semanalmente y que fue su taller de entrenamiento. Al tener que poner en pantalla durante 10 minutos, los acontecimientos más importantes de Cuba y el mundo, desarrolló un fabuloso poder de síntesis, que aplicaría después sabiamente a su producción documental.

Siempre mantuvo una excelente relación con el Estado, relación basada en el respeto absoluto de su trabajo profesional. Nunca trabajó bajo órdenes, Santiago filmó y realizó todo lo que su capacidad y condiciones económicas le permitieron y tuvo absoluta libertad para ello. Fue apologético, pero también critico cuando tuvo que serlo.

No hubiese habido cinematografía cubana desarrollada al nivel que la disfrutamos hoy en día, sin el aporte decisivo del Estado cubano quien tenía muy claro la importancia de las pantallas dentro del desarrollo social, cultural y político de nuestro país.

- ¿Cuál es la actual relación entre el cine y el Estado?

La situación actual debido a las dificultades impuesta al país, por el bloqueo, que es real, no es inventado, la desaparición del campo socialista, y la crisis económica mundial que nos afecta a todos, hacen que en estos momentos se haga mas difícil el aporte del Estado, que a pesar de todo sigue dando apoyo.

- ¿Que cine (y cineastas) le interesaban?

El cine documental era su preferencia, por todo lo que este le aportó y en el que creyó hasta sus últimas consecuencias, pues decía que no le gustaba maquillar la realidad y quería sobretodo ser parte actuante. Pero también disfrutaba mucho del cine silente, sentía una gran admiración por Charles Chaplin. Pero decía que prefería leer un buen libro que ver una película de ficción. Cineastas que admiró, fueron muchos, Flaherty, Román Carmen, Teodoro Kristesen, Chris Marker,Joris Ivens, los alemanes Hainoski y Sheuman, Wladimir Carvahlo, Nelson Pereira dos Santos, Joaquin Pedro de Andrade, Glauber Rocha (a quien le unió una gran amistad), Gerardo Sarno, Eduardo Coutinho, Octavio Bezerra, Orlando Senna (gran amigo,con quien coodirigiera BRASCUBA), Silvio Tendler, Tete Moraes, Walter Achugar y otros muchos mas que aunque no tienen en su haber una obra cinematográfica, si lucharon por las cinematografías en sus países, como es el caso del brasileño Cosme Alves Neto.

- Nos interesaría saber con qué cineastas argentinos Santiago Álvarez tuvo relación.

Es para mí un poco difícil de abordar su relacion con cineastas argentinos, pues podría pecar de omisión involuntaria y eso no sería justo. Mantuvo una muy buena relación de amistad y colaboración con Octavio Gettino, Fernando “Pino” Solanas, Salvador Samaritano, Humberto Ríos, Cacho Pallero y Dolly Pussi, Fernando Birri, Maurico y Delia Berú…, se me quedan muchos, y les pido disculpas.

- ¿Qué cineastas de la actualidad creés se acercan a la propuesta de Alvarez?

Sería algo osado de mi parte responder esta pregunta, creo que cada realizador tiene su estilo y nunca me ha gustado hacer comparaciones. Sí estoy convencida que Santiago tenía un estilo único, comprometido con su época, con su país, con el mundo que lo rodeaba, con sus ideales, en los cuales creía firmemente y a los que nunca renunció ni en los mas difíciles momentos que hemos vivido.

- ¿Cuál creés que es hoy la concepción del cineasta y su rol en la sociedad?

El papel de un cineasta no creo que varíe con el tiempo, puede ser que los soportes sí, pero no se puede olvidar que un cineasta es un ser humano que siente y padece y se identifica o no, con la sociedad que lo rodea. Para Santiago era muy importante trasmitir esos sentimientos y que el público los recibiera, no hacía cine para sí, para regodearse. Siempre ponía alma, corazón y vida en todo lo que hacía, y sentía un gran respeto por el público al cual iba dirigido su trabajo.

- Por último, ¿qué podés comentarnos acerca del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam, en tu rol de directora?

Te puedo decir que en nueve ediciones, ha ido creciendo de forma vertiginosa. Es un Festival único en su clase, convocado por la figura y el prestigio de nuestro documentalista mayor.

Comenzó siendo un pequeño festival Nacional, con unos 900 espectadores en su primera edición. En la sexta ya nos habíamos ganado el derecho a ser un festival internacional que recibe documentales de todas partes del mundo, América Latina, Europa, Asia y África. Este año, alcanzamos la cifra de cerca de 13.000 espectadores, muy importante para un festival solo de documentales. En el mismo no solo se exhiben materiales en competencia o retrospectivas de importantes documentalistas, también tenemos sesiones teóricas de muy alto nivel donde se debate alrededor de todo lo que atañe el cine documental, con la presencia de importantes especialistas del género, por ejemplo en su Octava Edición contamos con la presencia de Fernando “Pino” Solanas quien impartió una Clase Magistral y fue condecorado con la orden de Hijo Ilustre de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Otra de las sesiones es la competencia de proyectos, para estimular la realización de nuevos documentales. Todos los años la ciudad de Santiago de Cuba viste sus mejores galas para recibir este evento. Uno de los aspectos más importantes es la participación del público joven, la vinculación al festival de los estudiantes de los centros de altos estudios, y no sólo aquellos vinculados a las artes, sino también otros. Por ejemplo en la Facultad de Medicina existe uno de los mas importantes cine clubs de la provincia, el cine club Sara Gómez. Es impresionante la información cinematográfica que tienen esos estudiantes.

Ya estamos a las puertas del 10mo Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez In Memoriam, que tendrá como país invitado a Uruguay. Esta edición tiene la particularidad de realizarse dentro del marco del 50 aniversario del triunfo de la Revolución, el 50 Aniversario de la Fundación del ICAIC y los 90 del Maestro Santiago Álvarez.

Tenemos previsto toda una serie de actividades festivas, encuentros de cineastas que estuvieron vinculados al maestro, retrospectivas, conferencias, en fin, tenemos todo un año de mucho movimiento.

No quisiera terminar sin hacer referencia a la reciente nominación del Noticiero ICAIC Latinoamericano al Premio Memoria del Mundo, que otorga la UNESCO. Es un gran reconocimiento a la labor informativa de este noticiero sin par, que fuera escuela formadora de muchos cineastas cubanos y de otros países y que fuera sobre todo el taller donde se formó el mejor de sus alumnos: Santiago Álvarez.

La Habana, Cuba. Julio 2008.

Escritos cinematográfico-políticos de Santiago Álvarez

Selección e introducción de Javier Campo


Santiago Álvarez fue un cineasta, no un escritor. Santiago Álvarez fue un intelectual revolucionario, no un intelectual. Santiago Álvarez fue un trabajador del cine que dejó algunos escritos cinematográfico-políticos en los cuales se desmarcó de todos los estigmas con los que carga el arte político. Da cuenta de ello en “Arte y compromiso” (1968), donde no reniega del uso de los instrumentos tecnológicos del cine industrial del imperio, sino que pugna por su utilización revolucionaria y en favor de las revoluciones. En ese sentido, esas técnicas podrán ser utilizadas para criticar a la Revolución del “primer territorio libre de América”. Otra idea fuera de foco.

Las teorías tercermundistas atraviesan estos escritos de Álvarez. La necesidad de cercar la categoría de intelectual diferenciándola de la apropiada por el capitalismo (“intelectual es quién habla desde el patíbulo y medita en su escritorio alejado del vulgo”). Aunque, en el caso de Álvarez, “cercar” no signifique “clausurar”, sino delimitar la noción de intelectual comprometido para “abrir” el debate sobre las tareas que le caben en la única revolución consolidada en Latinoamérica y en el Tercer Mundo en vías de descolonización. Un intelectual inserto en su realidad para no ser un intelectual “a medias”.

El motivo de “El periodismo cinematográfico” (1978) no es sólo el periodismo ni el cine, sino acabar, de una buena vez, con la falacia de la elección entre contenido y forma, fundamentada en alguna declaración trasnochada amplificada por la voluntad de críticos y cineastas -al servicio de regímenes conservadores- de dividir, a capa y espada, el cine de la política. Luego del desarrollo de la fundamentación, Álvarez remata: “no se es artista revolucionario si se produce un divorcio entre contenido y forma”. Ejemplar.

Un intelectual revolucionario. Un pensador de fuste. Santiago Álvarez fue un cineasta, no un escritor. Pero escribía muy bien. A continuación, la evidencia.


Arte y compromiso
Por Santiago Álvarez

Un hombre o un niño que se muera de hambre o de enfermedad en nuestros días no puede ser espectáculo que nos haga esperar a que mañana o pasado mañana, el hambre y la enfermedad desaparezcan por gravitación. En este caso inercia es complicidad; conformismo es incidencia con el crimen.

De ahí que la angustia, la desesperación, la ansiedad, sean resortes inherentes a toda motivación de cualquier cineasta del Tercer Mundo. Los temores a que la inmediatez, la urgencia, la dinámica de un proceso como el nuestro y del mundo en general lastren, lastimen las posibilidades de creación del artista, temores éstos aún bastante extendidos, no dejan de ser en alguna forma, prejuicios contra la posibilidad de crear obras de arte que puedan ser consideradas como armas de combate.

En una realidad convulsa como la nuestra, como la que vive el Tercer Mundo, el artista debe autoviolentarse, ser llevado concientemente a una tensión creadora en su profesión. Sin preconceptos, ni prejuicios a que se produzca una obra artística menor o inferior, el cineasta debe abordar la realidad con premura, con ansiedad. Sin plantearse “rebajar” el arte ni hacer pedagogía, el artista tiene que comunicarse y contribuir al desarrollo cultural de su pueblo; y sin dejar de asimilar las técnicas modernas de expresión de los países altamente desarrollados, no debe dejarse llevar tampoco por las estructuras mentales de los creadores de las sociedades de consumo.

Sería absurdo aislarnos de otras técnicas de expresión ajenas al Tercer Mundo y de sus aportes valiosos e indiscutibles al lenguaje cinematográfico, pero el confundir la asimilación de técnicas expresivas con modos mentales y caer en una imitación superficial de esas técnicas, no es aconsejable (y no sólo en cine). Hay que partir de las estructuras que condicionan el subdesarrollo y las particularidades de cada país. Un artista no puede ni debe olvidar esto al expresarse.

La libertad es necesaria a toda actividad intelectual, pero el ejercicio de la libertad está en relación directa con el desarrollo de una sociedad.
El subdesarrollo, subproducto imperialista, ahoga la libertad del ser humano. El prejuicio, a su vez, es subproducto del subdesarrollo; el prejuicio prolifera en la ignorancia. El prejuicio es inmoral, porque los prejuicios agreden injustamente al ser humano. Por las mismas razones, inmorales son el conformismo, la pasividad, la burbuja intelectual.

Arma y combate son palabras que asustan, pero, el problema es compenetrarse con la realidad, con su pulso... y actuar (como cineasta). Así se les pierde el miedo a las palabras cargadas de contenido peyorativo, en las que muchas veces el creador se enajena. Hay que rescatar conceptos de posiciones ante la realidad y el arte que han salido mal paradas por deformaciones burocráticas. El temor a caer en lo apologético, el ver el compromiso del creador, de su obra, como arma de combate en oposición al espíritu crítico consustancial con la naturaleza del artista, es sólo un temor irreal y en ocasiones pernicioso. Porque armas de combate para nosotros lo son tanto la crítica dentro de la Revolución como la crítica al enemigo, ya que ellas en definitiva representan ser tan sólo variedades de armas de combate. Dejar de luchar contra el burocratismo dentro del proceso revolucionario es tan negativo como el dejar de luchar contra el enemigo por fobias filosóficas paralizadoras.

No creo en el cine preconcebido. No creo en el cine para la posteridad. La naturaleza social del cine demanda una mayor responsabilidad por parte del cineasta. Esa urgencia del Tercer Mundo, esa impaciencia creadora en el artista producirá el arte de esta época, el arte de la vida de dos tercios de la población mundial. En el Tercer Mundo no hay grandes zonas de elites intelectuales ni niveles intermedios que faciliten la comunicación del creador con el pueblo. Hay que tener en cuenta la realidad en que se trabaja. La responsabilidad del intelectual del Tercer Mundo es diferente a la del intelectual del mundo desarrollado. Si no se comprende esa realidad se está fuera de ella, se es intelectual a medias. Para nosotros, no obstante, Chaplin es una meta, porque su obra llena de ingenio y audacia conmovió tanto al analfabeto como al más culto, al proletario como al campesino.

Publicado en Hojas de cine, testimonios y documentos del nuevo cine latinoamericano, volumen 3, UAM, Fundación Mexicana de Cineastas, México, 1988, p. 35-37.


El periodismo cinematográfico
Por Santiago Álvarez

El periodismo cinematográfico no es un género menor, ni un subgénero. Desjerarquizarlo, mezclarlo y no tener en cuenta su independencia de otros géneros cinematográficos significa un error de apreciación del contenido y de la forma. Por tanto debe afirmarse que el periodismo cinematográfico es una categoría propia e independiente del cine.

En los encuentros especializados, coloquios, semanas de cine, seminarios, hemos visto con frecuencia manejar los criterios de cine documental como género acompañante o producto adicional de relleno del «verdadero programa», es decir de la «película» de largometraje, de ficción, con actores.

Emprender una discusión a partir de la comparación de géneros y de los lenguajes de una u otra forma de abordar la realidad no nos parece productiva.

Entre el cine documental y el periodismo cinematográfico hay pocas diferencias, ellas son el abordar la realidad con un dinamismo en la filmación y en la postfilmación de forma distinta. La toma uno de hechos irrepetibles, la mayoría de las veces no planificada, constituye la principal materia prima y característica fundamental del periodismo cinematográfico. Es lo más importante de este género, de esta categoría.

El avance de la ciencia y la técnica, determinan siempre un nuevo lenguaje, por lo que la ciencia y la técnica posibilitan que las imágenes lleguen con más rapidez a los espectadores y este avance ha condicionado una evolución en la apreciación de la información y de la noticia. Los noticieros cinematográficos de otros países han sido y siguen siendo en su inmensa mayoría crónicas sociales, aunque unas veces banales y otras no, no dejan de ser crónicas sociales. Los espacios que ocupaban en las pantallas del mundo eran cada vez más reducidos y ello se explica no sólo por la irrupción de la televisión, sino también por el sistema arbitraido y prejuiciado de los mercados y distribuidores, permeados de falsos conceptos comerciales que contradicen la realidad y la experiencia cubana, demostrativa de que el público no sólo ve el noticiero cinematográfico, sino que lo espera con independencia de la película que se exhiba.

El periodismo cinematográfico, al acercarse a la realidad como noticia, enriquece el lenguaje del cine documental, ya que el cine documental actual no existe sin una cuota elevada de periodismo. El empleo de las estructuras de montaje permite que la noticia originalmente filmada, se reelabore, se analice y se ubique en el contexto que la produce otorgándole mayor alcance, y una permanencia casi ilimitada.

Hay ya ejemplos cinematográficos que son el producto de una interrelación de ambos géneros y donde la influencia recíproca ha dado obras cuya permanencia y eficacia son incuestionables.

Muchos de nuestros documentales han tenido su génesis en el registro de una noticia, de un acontecimiento, de un hecho histórico. Los genes de Ciclón, Now, Cerro Pelado, Viva la Revolución, Historia de una batalla. Muerte al invasor. Crónica de la victoria. Piedra sobre piedra, La estampida. Hasta la victoria siempre, Morir por la patria es vivir, El cielo fue tomado por asalto, El octubre de todos, El tiempo es el viento, etc., son ejemplos concretos de cómo el periodismo ha influido de una manera creadora en el género documental.

De igual manera los documentales sobre Chile. El tigre saltó y mató pero morirá, morirá..., Cómo, por qué y para qué se asesina a un general, se hicieron a partir de una materia netamente periodística: el registro de la realidad inmediata y tensa, convulsa, del acontecer de cada día constituyó para los cineastas un imprescindible elemento para el trabajo posterior, lo que permitió ofrecer una visión de «primera mano de los hechos». La unión de estos acontecimientos en el montaje ofreció entonces el conjunto de la realidad de Chile antes, y durante el golpe fascista. Esta operación intelectual, técnica, artística y política, con una nítida posición ideológica, permite que hoy a través de obras cinematográficas, procesos políticos revolucionarios se puedan analizar de manera compleja y completa.

La eficacia artística y política de una obra cinematográfica reside fundamentalmente en la clara posición ideológica con que ha sido realizada, porque en definitiva la forma se hace hermosa cuando se basamenta en un contenido hermoso y no se es artista revolucionario si se produce un divorcio entre contenido y forma. Me parece oportuno recordar que ya en el siglo pasado nuestro Héroe Nacional José Martí, señaló «tanto tiene el periodista de soldado...», porque en definitiva somos los periodistas cineastas los encargados de ofrecer al mundo de hoy, donde se debaten problemas fundamentales de vida o muerte, de liberación nacional o de imperialismo, una información de esta lucha. Y nuestro trabajo será cada vez más importante y cada vez más decisivo, si asumimos como un combate, como soldados nuestra función y nuestra labor...

A los que ha tocado realizar trabajo cinematográfico en esta parte del mundo, en esta América Nuestra, nos ha tocado también el privilegio de vivir un mundo en transformación y la función del cine, del periodismo es registrar todos y cada uno de los acontecimientos de esta época; de ahí también que hayamos estado en Asia y África. Porque como también dijo Martí: «Patria es Humanidad».

Hay en América Latina más de 200 millones de analfabetos, llegar e informar de sus problemas no puede ser tarea para mañana, es tarea de hoy y el cine, poderoso medio de comunicación, capaz de borrar barreras idiomáticas, limitaciones culturales y educacionales, tiene que cumplir ese papel. En este contexto de explosión tecnológica, de satélites que para bien o para mal llenara nuestros cielos, una buena imagen vale por mil palabras y es que la universalidad lograda a través del cine ha permitido y permite cada vez más una ampliación de la comunicación y contribuye de manera particular a crear una memoria visual en el espectador.

A la versión deformada y colonizada que el enemigo pretende perpetuar como verdad histórica hay que oponer vigorosamente nuestra obra. En el rescate de la identidad nacional, el periodismo cumple un papel decisivo, llámese periodismo cinematográfico o periodismo escrito. El Noticiero ICAIC Latinoamericano con sus 1500 ediciones, ha hecho suyo este legado y con la óptica de nuestro tiempo, aprovechando todo el avance en el terreno de la técnica y del lenguaje cinematográfico, se convirtió en un eficiente medio de periodismo cinematográfico revolucionario. Podemos afirmar que la revolución cubana tiene en el cine cubano un importante archivo de imágenes, podemos agregar que el cine latinoamericano revolucionario, encontrará en los archivos del ICAIC materiales que le ayudarán a reconstruir para sus pueblos la verdadera historia.

Publicado en la revista Cine Cubano No. 140, 1978, p. 18-19.

Morir en Buenos Aires, morir en Hanoi

[1]
Los discursos de la información audiovisual frente a procesos de resistencia social
[2]

Por Mabel Fariña e Irene Marrone


I- Introducción

Mostrar, ocultar y cómo hacerlo forma parte de un debate siempre actual en el mundo de la información, y especialmente si se trata de información audiovisual en un medio masivo de comunicación como es el cine o la TV. Y es así por la fuerza que tiene la imagen para construir y fijar la “verdad” e intervenir en la configuración de la memoria social.
La cuestión se vuelve más controvertida si se trata de noticiar procesos de resistencia social y política al orden dominante. Así comenzó esta corta investigación que nos llevó a comparar producciones de noticieros y documentales cinematográficos de dos países de muy distinto tipo de régimen político y social. Y tomamos un tipo de información, como es el caso de los bombardeos a poblaciones civiles por medio de ataques aéreos, por la dificultad que presentan este tipo de hechos tan horrorosos de un modo que parezca “veraz”, “objetivo” con pretensiones de “neutralidad”. Tomamos documentales realizados en Argentina y en Cuba por entes vinculados al periodismo cinematográfico y televisivo que se ocuparon de presentar los bombardeos a la población civil destinados a voltear gobiernos o invadir países, entre los años cincuenta y sesenta. Elegimos analizar cómo presentaron estas noticias dos noticiarios argentinos -Sucesos Argentinos (1938-72) y Noticiario Panamericano (1940-70) [3]- y el Primer Telenoticioso Argentino (LR3-La esperanza- 1954) sobre el bombardeo en Buenos Aires en junio de 1955 y contrastar sus discursos con el que presentaron los cubanos sobre el bombardeo a la población civil de Hanoi en el Noticiero del Instituto Cubano de Arte y Cinematografía (ICAIC Latinoamericano. 1960-90). [4]
El interés por evidenciar las estrategias retóricas y políticas que formaron parte del discurso de estas producciones fue un pretexto en este trabajo para des-naturalizar distintos modos de legitimar la construcción de la verdad y la verosimilitud en el género documental en los años cincuenta y sesenta. ¿La hipótesis que subyace? … que detrás de lo que se muestra y de cómo se lo muestra, en especial si se trata de procesos de resistencia y muerte, prima una decisión que se relaciona con una voluntad hegemónica del poder.

II- El debate sobre formas y contenidos.

Para los años cincuenta y sesenta el noticiario y documental, como discursos de información audiovisual ya habían recorrido un largo camino juntos. Y si bien tenían diferencias, el noticiario estuvo más atado a los criterios de inmediatez y actualidad que el documental, sin embargo tenían muchos rasgos en común. Por ejemplo que ambos registraban hechos tomados del mundo real, hechos que podrían haber ocurrido igual aunque la cámara no hubiera estado allí. Y se parecían además de por compartir un modo y un mundo de producción y exhibición similar, ambos ponían en juego un cúmulo de recursos retóricos e iban forjando un pacto de lectura sobre la realidad al fijar un modo formal preciso de presentar un hecho. Al cabo de un tiempo, el espectador aceptaría como verdadero, objetivo, veraz a aquellos hechos presentados bajo ciertos rasgos formales de escritura.
De ese modo, había durante los años cincuenta un modo común de informar en todo el mundo, al punto tal que hoy podríamos considerar la universalización de un modelo de representación institucional (MRI) (verosímil).
El noticiario cinematográfico se presentó como un montaje de notas estructuradas en forma contigua y sin relación entre sí, acompañadas por una banda sonora instrumental y por una voz en off de locutor. El papel de esta voz omnisciente era fundamental, ya que marcaba el sentido de lectura de los hechos que narraba desde un lugar omnisciente -la patria, Dios, el pueblo, la nación- mostrando directamente los hechos como desde una “ventana abierta al mundo” y no como de lo que se trataba en realidad, de una re-presentación del mundo. La mayoría de las noticias eran “captadas documentalmente” por un camarógrafo que se desplazaba al sitio de la acción para editarlas y sonorizarlas con posterioridad las más de las veces en base a un guión prescripto. Las notas salían en blanco y negro, y las tomas habitualmente usadas eran los travellings, los planos generales y medios, ignorando prácticamente los acercamientos y alejamientos de zoom o los primeros planos. Con estas formas, el noticiario había construido las formas de informar con “neutralidad”.
Además, los temas eran variados, cualquier tipo de información podía presentarse de igual modo, desde catástrofes hasta guerras. Y a pesar de ciertos criterios de organización de las noticias que disponían en general como nota de apertura la de actualidad política (notas duras) y después las notas que cubrían la vida cotidiana como la moda, el arte, curiosidades, o eventos deportivos (notas blandas) lo que primaba era una verdadera banalización de cualquier información trascendente ya que perdía relevancia o se igualaba dispuesta casi en el mismo plano, y con duración similar en un montaje donde primaba la secuencialidad-contigüidad y donde el objetivo era entretener más que informar.

En cuanto al documental institucional que hicieron los noticiarios en gran parte con imágenes sacadas de sus archivos de noticias, se trataba de películas de mayor duración y envergadura que profundizaba sobre un tema particular, la mayor parte de las veces de propaganda política. Desde una dimensión polémica estructuraba su narración incluyendo los antecedentes de un problema, su desarrollo y conclusiones. Terminaba pronunciándose abiertamente por el orden social y político más deseable o mejor y se comprometía subordinándose en forma y contenidos al modelo hegemónico. En cuanto al tipo de imágenes que utilizaba incluía, además del material del archivo de noticias, material rodado en el lugar de los hechos, y en ocasiones cuando el tema era de gran importancia incorporaba un mayor desarrollo con fragmentos de películas, a veces tomadas de la ficción pero tratando de que no se notara para que no perdieran su efecto de realidad, también intercalaban fotografías fijas y hasta en oportunidades muy particulares, se insertaron dramatizaciones (docudramas) para lograr mayor identificación borrando el procedimiento de montaje como si se tratara de imágenes captadas directamente del mundo real (des-ficcionalizadas).
Hacia principios de los años cincuenta la televisión comenzó su rápido ascenso como medio de comunicación, aunque habría que esperar a los años sesenta para que se volviera masiva y ocurriera un relevo efectivo, desde el cine a la TV en lo que hace a los productos de información por su mayor capacidad para abordar la inmediatez.
En esa transición, el telenoticioso absorbió y a la vez introdujo modificaciones en los modos universalizados y canonizados por el periodismo cinematográfico que en el pasado habían sido efectivos en la formación de un público de actitudes comunicacionales pasivas frente a verdaderos ocultamientos, deslizamientos, o graves manipulaciones sobre hechos de gran relevancia. En Argentina por ejemplo, empresas privadas como Sucesos Argentinos y Noticiario Panamericano entre los más importantes de la época venían realizando esa tarea desde fines de los treinta y para los primeros años cincuenta la TV comienza la tarea con el Primer Telenoticioso argentino (LR3-TV).
Ya en los críticos y disruptivos años sesenta, de enfrentamiento bipolar, guerra fría y descolonización se fue desarrollando en el mundo de las comunicaciones y del arte también una revalorización del debate sobre la relación entre forma y contenido[5].
Por una parte se intensificó la tendencia a negar la neutralidad o vacuidad de la forma respecto de las ideas o contenidos que se trasmitían a través de ellas en el marco de una lucha ideológica y política en un contexto de procesos revolucionarios y de descolonización del llamado “Tercer Mundo”. En lo que hace a la producción de lo artístico y audiovisual se presentaron innovaciones estéticas importantes, y algunas de ellas se ligaron a la lucha política a través de grupos no hegemónicos o decididamente contra-hegemónicos. [6]
En el caso de Cuba, el proceso abierto en 1959 dio lugar a la formación de un cine comprometido con la revolución. Y en ese andar el Noticiero ICAIC Latinoamericano fundado en esos días como organismo autónomo del estado cubano acompañó con debates internos al nuevo régimen político antidictatorial y antiliberal que en el espacio continental reservado al mundo libre durante la guerra fría, fue girando hacia posturas radicalizadas anticapitalistas y antiimperialistas.
En esas horas de debate político intenso, el ICAIC no estuvo exento de batallas entre grupos internos, y sorprendió por sus modalidades creativas de representación respecto al modelo canonizado en los géneros de información cinematográfica.
En tal sentido, sus producciones documentales presentaron fuertes rupturas con el modelo canónico (MRI) imperante en el mundo; algunos analistas asemejaron esas novedosas formas a las ya ensayadas en la URSS en los primeros años de la revolución que incorporaron a través de cineastas que llegaron a Cuba a colaborar con el gobierno de la revolución y que en este trabajo cumplen el papel de ayudarnos a visualizar el modo en que se articularon forma y contenidos en los géneros de la información audiovisual[7].

III. la dimensión política de la imagen

En el discurso documental -que construyó el periodismo cinematográfico- hay implícita una interpretación sobre el mundo social, allí se hacen visibles o invisibles determinados aspectos de la realidad materializados en la re-presentación de actores, conflictos, poderes, razones, consecuencias, etc. Una estrategia común observada en los discursos de empresas tanto privadas o estatales que tenían a su cargo este tipo de información fue la construcción de un mundo armónico y sin enfrentamientos sociales, anulando en general la representación de actores en resistencia, con cierta autonomía o revulsividad respecto del orden hegemónico.
Así es que al noticiar el conflicto moderno -que ha sido y es el conflicto por la dominación social- el periodismo cinematográfico se vio implicado en procesos muy delicados que hacen a la legitimación y deslegitimación del poder. Y salvo en contadas ocasiones en que la omisión como estrategia de información resultó imposible, la pantalla llegó a mostrar hechos muy violentos y conmocionantes, como por ejemplo ocurrió con los golpes de estado, huelgas o hasta en el caso de un ataque aéreo a una población civil. No obstante, nos parece que esto solo era posible a condición de sustraerle a estas imágenes su potencialidad política heteronómica, esto es, su capacidad de representar formas posibles de oposición al poder. Se imponía entonces un sofisticado montaje en el que algunas imágenes que registraban hechos conflictivos, se insertaban con el fin de garantizar mayor credibilidad, pero la imagen del enemigo, y en especial del enemigo a través de sus muertos se deshumanizaba. Sin cara, sin identidad, como si formara parte de una estadística, se erosionaba su legitimidad para expresar autonomía, resistencias u órdenes alternativos.
Toda imagen guarda una dimensión política. Advertirlo, ha llevado a algunos realizadores a no incluir imágenes documentales de archivo como prueba testimonial en sus películas, ven en ello la perpetuación de imágenes de un modo autoritario, y suponen que esto puede ser atenuado con la incorporación de testimonios orales contemporáneos a la producción, de los que puede emerger una mayor polifonía. [8]
Pero la politicidad va más allá de estos usos llamados “autoritario” o “democratizador”. La imagen interviene en los procesos de formación de la memoria al igual que los testimonios. Y a su vez, los testimonios están ellos mismos regidos por la memoria en cuya formación las imágenes cumplieron ya un papel de selección y fijación de sentido.
Dado que la memoria individual está hecha de recuerdos fragmentados y de amnesias, la coherencia narrativa de los documentales clásicos y de los noticiarios permite o ayuda a llenar esas amnesias a través de mecanismos de apropiación y configuración del recuerdo individual en consistencia con la memoria hegemónica. De ese modo el recuerdo singular de cada uno sobre el hecho político se nutre del recuerdo instituido por el documental y se anuda a la memoria oficial


IV- Morir en Buenos Aires

«Rescatar la identidad de las victimas es como el primer paso hacia la justicia. Esos cuerpos transformados en un frío número es necesario sustraerlos del anonimato y reconocerlos como ciudadanos con nombre y apellido, con una ocupación, una familia, una identidad política, social y religiosa. Se trata de evitar que esas personas, eliminadas materialmente, también sean borradas simbólicamente, como ocurría veinte años después con la figura del desaparecido».Gonzalo Chaves; libro La Masacre de Plaza de Mayo (Ed. De La Campana):

IV-1 “La revolución ha terminado”[9]

El 16 de junio de 1955, treinta y cuatro aviones de la Aviación Naval y de la Fuerza Aérea descargan 9 toneladas de explosivos sin aviso y a plena luz del día en medio de la Plaza de Mayo. Hoy consideramos este momento por su magnitud y gravedad y por la forma en que se reaccionó frente al tema, como un momento clave para entender el modo en que se fue gestando en el largo plazo una mentalidad que culminó legitimando prácticas de terrorismo de estado en la segunda mitad de los años setenta.
Sin embargo, en aquél terrorífico 16 de junio, al tomar contacto con el horror -más de 400 muertos y más de un millar de heridos (según la investigación actual)- una reacción de repudio se apoderó de un sector que se movilizó en forma inmediata desde la CGT a Plaza de Mayo reclamando al gobierno de Perón “armas para el pueblo”. Por la noche la reacción continuó con el saqueo y quema de iglesias en la ciudad. Pocos días después, el 15 de julio Perón creía poner fin a los enfrentamientos y anunciaba “Yo dejo de ser el jefe de una revolución para pasar a ser el presidente de todos los argentinos, amigos o adversarios”. Tres meses después, en septiembre del 55´ Perón partía al exilio después de renunciar a la presidencia y a defender con las armas su gobierno.

IV- 2 Los hechos de “junio a septiembre del 55´en el noticiario argentino


IV-2-1 Sin noticiar en tiempos de Perón.

Un minucioso relevamiento de las notas de actualidad política de tres de los más importantes noticiarios del momento entre los meses de junio y setiembre de 1955 bajo el gobierno de Perón –Sucesos Argentinos Nº 862/870, Noticiario Panamericano Nº 786/799, Semanario Argentino Nº 149/159- reveló que no se exhibieron las imágenes del bombardeo a la población civil como así tampoco de los enfrentamientos sociales previos (procesión en C.Christie) y posteriores al bombardeo (quema de iglesias, etc) . Tampoco se mostraron las imágenes de los muertos. Tadeo Bortnowski[10], director artístico de Sucesos Argentinos asegura que fueron prohibidas por el propio Perón.[11] Además, está seguro de que de cualquier modo jamás lo hubieran hecho, dado que para ellos y en especial para el dueño de Sucesos, no se debían mostrar “hechos macabros”.
En las notas de agosto, apareció el llamado a la conciliación, renovación institucional y recambio de figuras cuestionadas por la oposición, medidas que ya a esta altura se mostraron impotentes –y quizás contraproducentes- para descomprimir el clima de rebelión[12].
Días después ante su renunciamiento histórico, varias notas presentaron el respaldo unánime de la GCT y del partido en Casa de Gobierno sin explicar razones de tal apoyo.[13]

IV-2- 2 Manipulación de la noticia en la Libertadora

Al caer Perón el noticiario dio un giro copernicano adhiriendo abruptamente al nuevo bloque de poder. Noticiario Panamericanos desenterró inmediatamente las imágenes del bombardeo de junio encabezadas por el letrero “Libertad” y titulando la nota “Apuntes para la historia” (NP Nº 800/803) como si el noticiario intentara defender la memoria como patrimonio nacional.
A través de una serie de notas que comenzaban en junio y culminaban en septiembre mostraba los bombardeos en Plaza de mayo, con planos lejanos, probablemente desde azoteas, reiterando la imagen de los aviones de la Armada sobrevolando las calles céntricas, el humo y la destrucción de edificios sobre la ciudad. Pero sin mostrar los muertos por el bombardeo, sin mostrar la resistencia al golpe, y con una voz off que informaba de los hechos como si se tratara de una liberación de todo el pueblo tras una dictadura. La cámara (a través de largos travellings) fue detrás de la ocupación callejera que aparentemente realizaron espontáneamente ciudadanos comunes que se desplazaron hacia la cárcel de Av. Las Heras para la liberación de los presos políticos, y recordó como mártires y héroes a los caídos en el bando de la libertadora. Pero sobre los muertos en el bombardeo en Plaza de Mayo no hubo siquiera una palabra, tampoco una imagen, se recordó sí el “martirologio” del Contralmirante Gargiulo al rendirse el Ministerio de Marina. También se destacó el heroísmo de los marinos en las acciones del Río Santiago. La cámara acompañó largo rato a los ciudadanos movilizados a favor del golpe de estado por las calles, con planos generales y planos medios, e incluso planos muy cercanos ocupando la Plaza de Mayo o también en el congreso agitando pañuelos blancos contra Perón. En el cierre de esa edición se presentó la asunción del Gral Lonardi a la presidencia provisional en Casa de gobierno rodeado de la cordial recepción del Cuerpo Diplomático y recalando en la entrega de la banda presidencial de la mano de los jóvenes abanderados de las tres armas de los institutos militares.
En aniversarios subsiguientes Noticiario Panamericano adhirió al homenaje presentando de nuevo estas notas bajo el letrero “Libertad” -NP 852/ setiembre de 1956 y NP 904/ setiembre de 1957- musicalizadas con el himno de la Libertadora.
Y en este conjunto iconográfico, se destacó la presencia inorgánica, espontánea del ciudadano y la pirámide de Mayo, símbolo de libertad que sobrevivió a los bombardeos.

En un tono similar, Sucesos Argentinos encabezó su cortina de apertura con la palabra “Pacificación” -SA 878/ 30 de setiembre de 1955 - anunciando ese momento como el fin de un ciclo histórico que proponía dejar atrás a modo de “generoso olvido” –SA 879/55- Daba su versión sobre la revolución Libertadora, pero sin recordar los hechos de junio, ni las marchas opositoras (Iglesia católica –CGT) tampoco los bombardeos, ni mostrar imágenes de los muertos en la Plaza de Mayo. La llamada “revolución” era, en la versión de este noticiario, una gesta militar. Destacaba protagonismos como el arribo del Contralmirante Isaac Rojas a Buenos Aires, los homenajes a los integrantes del comando revolucionario, y los méritos y costos de las vidas militares, en particular de los caídos luchando contra el “ex -mandatario”. No obstante, el sentido de Pacificación mostró tintes lonardistas. Una nota (SA Nº 879/55) titulada “Voces coincidentes”, presentaba con voz directa (algo novedoso) los discursos paradójicamente disonantes de tres de sus protagonistas civiles, dejando traslucir la heterogénea alianza que anidaba detrás del golpe: de Cipriano Reyes (Laborista vinculado a sectores obreros y referente del 17 de octubre del 45) de Ernesto Sanmartino[14] (el radical más representativo de la clase media) y del Dr. Reynaldo Pastor (miembro del conservador partido Demócrata). La importancia de aparecer con “voz propia”, posible gracias a un mayor acopio tecnológico, connotaba también una mayor heterogeneidad de la alianza contra Perón y mayor libertad de expresión.
Resumiendo, ambos se comportaron como una prensa oficial, su actitud fue premiada prontamente con la renovación de los subsidios tal como había hecho Perón, y en el caso de Sucesos, su dueño Antonio A. Díaz se vio muy beneficiado al duplicársele la cuota al presentar su nuevo noticiario, el flamante “Noticiero de América”.
Una de las imágenes que se fue volviendo iconografía en esta etapa, fue la de los aviones sobrevolando las instituciones republicanas (Congreso y Casa Rosada), imagen ya usada desde el golpe del 30´, como soporte visual de un modelo político de democracia tutelada por las FFAA.; la Pza de Mayo, y su mítica fuente se resignificaron, su imagen fue evocada como el lugar del reclamo del pueblo desde el 25 de mayo de 1810 y dejó atrás su reciente aggiornamiento peronista como plaza del 17 de octubre. Y su fuente connotó a una civilidad pacífica, armónica e infantilizada al volverse cortina de cierre atestada de palomas y niños en días soleados.

IV-3 El Primer Telenoticioso Argentino

En 20 de abril de 1954 nace el primer Telenoticioso Argentino, dirigido por Tito Martínez del Box para el canal de TV LR 3- La Voz de la Esperanza (origen del actual canal 7) [15]. Los primeros números informativos fueron realizados con cámaras cinematográficas (16 mm) y factura bastante artesanal. Sus números esporádicos tenían una duración que osciló entre 25 minutos y una hora. Desde 1956 fue logrando una mayor periodicidad.
En el Archivo General de La Nación, se encuentran dos versiones de un montaje documental sobre los hechos ocurridos entre junio y septiembre del 55. Ambas fueron reeditadas en diferentes momentos para la TV.

IV-3-1 El documental para la TV “Sucesos revolucionarios de Junio a Setiembre”

Escogimos la versión más contemporánea a los hechos, archivada en el repositorio de AGN como Sucesos revolucionarios de Junio a Septiembre y televisada según anuncia el relator off el 12 de junio de 1956. [16] La voz off es la de Carlos D´Agostino, antiguo relator del noticiario cinematográfico (Sucesos Argentinos, Panamericano y Emelco-Lowe) ahora convertido en conductor del primer noticioso para la TV. Nos interesa esta película por varias razones. En primer lugar, porque están representados los enfrentamientos y los muertos en el bombardeo de junio del 55. Y eso es ya toda una novedad, dada la omisión que existió en el cine. Pero también nos interesa porque nos permite analizar algunas continuidades (y también rupturas) entre cine y TV, en lo que hace a un modo de narrar y representar “el mundo histórico” en un momento re-fundacional tanto en lo político como en las comunicaciones.
Muchas veces hemos dudado de que esta película se hubiera televisado efectivamente. Cuando la exhibimos por primera vez nadie parecía conocerlas o recordarlas. Es cierto que muy poca gente poseía televisores en sus hogares en 1956. La mayoría de los aparatos se encontraban en bares y negocios y la gente se agolpaba frente a las vidrieras para ver. Nos ha llamado la atención que esta cinta se encontrara archivada en AGN sin catalogación, sin cortina de apertura, portada, título, tampoco consta en el inventario el nombre de la empresa productora que suele tener toda edición que circuló. Sin embargo está cuidadosamente montada y sus 18 partes están ordenadas cronológicamente a través de modernos separadores con imágenes geométricas variadas. Dudábamos de su procedencia y de que efectivamente se hubiera exhibido hasta que vimos claramente en varios fotogramas los camiones del Primer Telenoticioso Argentino LR3 que ya hemos mencionado y detectamos que la voz off anunciaba la fecha de su emisión.

A continuación señalamos algunas novedades y continuidades:

a-La enunciación: la voz del relator se instituye desde el lugar de un periodismo nuevo y libre que ha trabajado y trabaja para todos y por la libertad. En tal sentido se opera un cambio respecto del noticiario cinematográfico, cuya voz off era la voz de la patria, de Dios, de todos. Al presentar hechos horrorosos, lo hace como una parte del todo, en primera persona del plural, legitimando su papel como actor legítimo en pos de conciencia histórica, resignificando un sentido de memoria verdadera en contraste con la de memoria oficial.

Dice el relator:
“... somos el primer Telenoticioso Argentino que se complace en poder ofrecer estas vistas de lo que fue la jornada de 11 de junio, filmada por nuestros cameramas, fue la única publicación gráfica que se ocupó... Televisamos entonces lo poco que era posible mostrar en aquellos momentos, el resto del material lo conservamos con la esperanza y la seguridad de que algún día podríamos mostrarlo”

b- El estatuto de verdad: Esta voz del conductor del novedoso telenoticioso, es la antigua del conocido relator Carlos D´Agostino, “voz autorizada” de la prensa filmada desde los noticiarios desde los años 40´ (Sucesos, Panamericano y Emelco). De este modo se establecen continuidades con el discurso documental cinematográfico. Esa voz grave y masculina, el tono, inflexiones, giros y modos son reconocibles para el espectador como elementos legitimadores de un discurso de lo real. Ahora, representando a la prensa libre y a la conciencia histórica puede fijar libremente el sentido verdadero de los hechos. El status de verdad se instituye también a través de la auto representación de la producción, al mostrar en pantalla las cámaras LR3 - La voz de la Esperanza filmando esos eventos entre la multitud. Pero también porque presenta la prueba que desafía la censura: son las “macabras” imágenes de los muertos por el bombardeo de Junio en la Plaza de Mayo[17]

c- El discurso invierte el sentido de la imagen: En la secuencia del bombardeo del 16 de junio se invierte el lugar de las víctimas y de los victimarios. Los muertos por los bombardeos no son víctimas ni mártires, los matadores (aviones de la Marina) no son los victimarios asesinos. El tronar permanente de los aviones casi como único sonido de toda la secuencia del bombardeo marca una vigilancia amenazante, no hay ningún señalamiento sobre este proceder genocida, no hay arrepentimiento, por el contrario se los instituye como héroes. Durante apenas 2 minutos se muestran los cadáveres, sin voz off, desparramados, tirados entre escombros, puestos en fila sobre una vereda, “NN” deshumanizados, a la manera de una estadística. Cada tanto la cámara se fija en la silueta de la estatua de la libertad y se la erige en símbolo de lo que sobrevivió a la catástrofe. Un reloj entre los escombros parado a las 13. 45 hs. se resiste a tan burda interpretación. Pero el martirologio, morir por algo sagrado, la libertad, es para un marino, el contralmirante Gargiulo, de quien se destaca al final de la secuencia murió como héroe defendiendo el ministerio de Marina.

Dice el relator:
“... los transeúntes fueron sorprendidos por aviones que según la versión oficial volarían para rendir homenaje al Libertador... el ex mandatario y los miembros de su gobierno buscaron con anticipación su refugio, dejando que la población ignorante de lo que sucedería transitara confiada por plaza de Mayo... no tomó medida alguna, ni antes ni durante ni después, peor aún, durante el bombardeo fueron llamados los ciudadanos a plaza de Mayo a fin de que fuera mayor la mortandad, esa táctica inhumana perseguía un fin el de asegurar al mandatario una posición de víctima en tanto se trataba de desprestigiar el movimiento revolucionario”

Y en ese ir y venir por tratar de captar lo que ocurre en los bombardeos, la cámara muestra en breve toma el ingreso de varios camiones repletos de gente que entra por el bajo, sin hacer comentarios que los identifiquen. Es probable que se tratara de los que intentaron una resistencia desde la CGT.
El enfrentamiento por momentos se torna irreal. No hay imágenes o palabras que refieran al que resiste. Pero en la secuencia siguiente, sobre la quema de iglesias -uno de los hechos que más ha quedado grabado en la memoria de la gente- la cámara se detiene en imágenes cercanas mientras el relator refiere el gran dolor que provoca este hecho, y lamenta la pérdida de documentos históricos, templos que son reliquias, la pérdida de un gran valor espiritual e histórico, mientras cierra con la imagen “de la barbarie”, figuras en negro sobre la pira de fuego como si se tratara de la encarnación misma del diablo.

d- Estructuración del relato: una crónica dramática con final feliz.
La narración se estructura como crónica de 25´ de duración y 18 momentos históricos ordenados día por día como si formaran los capítulos de un libro de historia, separados por modernos dibujos geométricos como si se tratara de las portadas de los capítulos cuya dramaticidad va incresciendo a modo de tragedia Shakespiariano (con la presentación de los muertos en la Plaza) pero se diluye totalmente desde la secuencia XI. Poco a poco el tono cambia y los acontecimientos puestos en escena van conduciendo a un final felíz. Como en los cuentos medievales, el pueblo sale a la calle, derroca al “déspota” o falso rey y asume su investidura el poder legítimo, encarnado en el Gral. Lonardi ovacionado por la ciudadanía en Plaza de Mayo.

e- La configuración de un campo social dicotómico, con el enemigo como encarnación perversa del mal:
A lo largo del film se presenta un campo en conflicto cuya única explicación es la maldad y perversión sin límites de Perón que atacó el sentimiento católico de la población.
El campo del bien lo encarna el “movimiento revolucionario” sacralizado desde el principio por las imágenes de la iglesia y sonorizados por música litúrgica. Se trata de la Iglesia católica, juventud católica, obispos, monjas. En este campo ciudadanía y catolicidad, bandera argentina y vaticana, cúpula de la catedral y del congreso, fieles y ciudadanos se unen y confunden. Martirologio y heroicidad están encarnados por un marino Gargiulo que se suicida al entregarse o “muere combatiendo hasta el final” como dice la voz en off. También son héroes de la patria los “bravos marinos” recibidos con flores por el pueblo en el puerto, el ejército y sus familias fundidos en abrazos y miradas cariñosas hacia sus mujeres e hijos en córdoba, los abrazos entre Rojas y Lonardi representado al modo del célebre abrazo de “Guayaquil”. Y el papel que se adjudica a las radios –LV2, LR3, El Espectador, Montevideo- como voz de la libertad, al punto que la imagen de rotativas es la que se utiliza para separar las últimas 4 secuencias sobre las últimas horas antes del triunfo del golpe.
Del otro lado, el bando del mal, sin nombres, sin referencias de ningún tipo, designados con términos homólogos al nazismo: ex mandatario, turba incendiaria, barbarie, jerarcas, adsláteres, fuerza pública, atacantes, vociferantes, farsante, jerarcas del régimen.

V - Morir en Hanoi

V-1“Con la revolución todo, contra la revolución nada”[18]

El gobierno revolucionario en Cuba llegó al poder en el contexto de la Guerra Fría. El enfrentamiento con EEUU, el apoyo de la Unión soviética, la búsqueda de aliados dentro de Latinoamérica y la identificación con las luchas del tercer mundo, van a ser algunos de los rasgos de su política internacional. En lo interno, se iba definiendo el perfil revolucionario de un gobierno que, en principio, había llegado al poder para derrocar una dictadura feroz. El creciente conflicto con EEUU y la decisión de implementar profundas transformaciones sociales y económicas, lo sitúan frente a la necesidad de ganar adeptos entre la población, en especial, intelectuales y artistas que operaban como referentes sociales y reproductores de ideología.
En el plano cultural el problema central a definir fue la libertad de expresión tanto en los contenidos (o ideología) como en las formas estéticas. ¿Qué hacer? ¿Reproducir las formas a las que el público estaba acostumbrado cambiando sólo su contenido? ¿Adoptar los cánones de un “realismo socialista” ya institucionalizado en los países soviéticos? ¿Otorgar una absoluta libertad de expresión a artistas e intelectuales para diferenciarse de la dictadura anterior? ¿Restringir la libertad de creación en post de la defensa de la revolución?
El problema fue abordado por Fidel Castro en la Conferencia dada a intelectuales, artistas, educadores en la Biblioteca Nacional en junio de 1961, y su postura se resumió en una famosa frase: “con la revolución todo, contra la revolución, nada”. Este axioma fue interpretado de más de una manera. Por un lado, implicaba una limitación concreta frente a contenidos ideológicos opuestos a los fundamentos del sistema que se estaba construyendo, por el otro, se abría el campo estético a la formulación y/o experimentación de nuevas formas expresivas.
En el terreno cinematográfico, los noticieros existían en Cuba antes de la revolución y respondían al modelo de representación canónico de su época (MRI). Durante los años 1959/60, las salas de exhibición eran aún privadas y El Nacional, el Noticiero América y otros, siguieron ocupándose de reseñar informaciones de la vida social y política de la sociedad cubana de un modo semejante a los años anteriores a 1959. Se producían unas pocas copias que se distribuían en los cines de estreno de los mejores barrios, y más tarde (o nunca) llegaban a las demás zonas.
En 1959 se creó el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) mediante una ley que señalaba entre sus objetivos “la realización de películas atendiendo a los fines de la Revolución”. Es decir, se proponía que el cine se constituyera en apoyo y propaganda del trabajo político e instrumento de opinión y formación de conciencia individual que permitiera profundizar el espíritu revolucionario. Bajo la Dirección de Alfredo Guevara y con la participación de Santiago Álvarez se produjeron desde el primer momento -además de películas de ficción- noticieros y documentales[19]. El instituto reflejó –no sin debates y contradicciones internas- los dos términos contenidos en el citado axioma de Fidel Castro. El ICAIC se puso al servicio de la revolución al tiempo que sus integrantes utilizaron con entusiasmo la libertad de experimentar nuevas formas expresivas, que excedieron el ámbito estrictamente cinematográfico, estimulando también grupos de músicos y gente de teatro.
Parte del extenso archivo fílmico del noticiero sirvió de base para la realización de documentales sobre temas que se presentaban como de especial interés. Aquí hemos seleccionado Hanoi, Martes 13. No es el único documental realizado por ese instituto sobre la guerra de Vietnam, pero lo encontramos representativo de las fuertes rupturas frente al modelo de representación institucionalizado en Argentina y en gran parte del mundo.

V- 2 Hanoi, martes 13: una historia sobre Vietnam

a) La apertura: presentación de los sujetos en conflicto

La primera parte del film compuesta de dos secuencias presenta los sujetos en conflicto. La primera se desenvuelve en el pasado y a través de elementos ligados a la literatura y la leyenda. El protagonista es el antiguo pueblo “anamita”, creador de una cultura refinada y original, que transitó una historia de luchas y resistencias contra distintos invasores hasta que llega el sometimiento colonial francés a fines del siglo XIX. Para representar esta historia pasada recurre grabados (arte) vietnamitas que intercala al ritmo de la poética del texto. Se trata de las únicas imágenes en colores que tiene el documental. Y es también en esta parte y en el cierre que se escucha una voz en off que no es omnisciente, y lo que dice no es anónimo. Su autor y su fuente están claramente identificados: una imagen de Martí, otra de su libro “La edad de oro” y la fecha en que fue escrito, 1899. El prestigio del escritor latinoamericano especialmente su dimensión patriótica legitiman la historia que narra sobre los anamitas, la belleza de las imágenes artísticas dan prueba del valor de esa civilización, lejana y exótica para los espectadores occidentales de los años sesenta.
En la segunda secuencia abandona abruptamente el estilo poético e irrumpe –de modo casi desconcertante- con sonidos agresivos y textos animados sobre carteles que avanzan y retroceden en forma veloz y fragmentaria desde la pantalla hacia el espectador. Se lee: “Nace un niño” - “en Texas” - “1908”. A continuación intercala imágenes de fuerzas naturales desatadas: un volcán en erupción, un parto que comienza, un ternero que nace tirado por la fuerza de tres hombres. Dos carteles más amplían la información: “el niño se hace hombre”, fotos familiares, de hombre con perro, con auto, esposa, subido a un carrousell, y finalmente el último: “el hombre se hace presidente”. Se suceden fotos de Jhonson presidente, siempre sonriente, siempre occidental y norteamericano.
De este modo quedan presentados los dos sujetos del relato en su génesis histórica y de manera diferencial: Vietnam lejano (en el tiempo y la cultura) a través del arte, el color y la poesía; y el estado norteamericano como fuerza irruptora de principios de siglo XX metaforizada en una figura estrictamente particular: una persona (Jhonson) que nace, crece y se vuelve poderoso. Finalmente, imágenes contemporáneas de manifestaciones contra la guerra de Vietnam duramente reprimidas en EEUU, hacen presente la conflictividad entre pueblo y gobierno en EEUU.

b) La guerra y la paz

En un nuevo cambio estético abrupto, el film se traslada al presente del pueblo vietnamita. Es la secuencia más extensa. Con tono etnográfico y acompañada sólo por música calma y de reminiscencias orientales, se presentan infinidad de imágenes sobre la vida cotidiana de los vietnamitas: en el campo y la ciudad, el modo en que producen, la diversidad de su vestimentas, cómo se divierten, la belleza de sus rostros, la sencillez de su consumo, la abundancia de sus producciones, y sobre todo, el esfuerzo, un trabajo constante e ininterrumpido de hombres y mujeres organizados en una comunidad numerosa, horizontal y solidaria. Pero no hay voz en off que explique las imágenes. No hay información ni indicios sobre el poder político, sobre el estado, ni referencias que den idea de un pueblo que vive inmerso en una guerra civil. Se omite mencionar la existencia del otro Vietnam y el enfrentamiento ideológico entre socialismo y capitalismo tanto a nivel interno como internacional. Estos “borramientos” de conflictos construyen la idea de un pueblo cuya historia fue una constante lucha por su liberación contra un invasor externo, en la misma línea de anticolonialismo planteada en la introducción por el texto de Martí de fines de siglo XIX. Legitiman de ese modo su lucha y facilitan la identificación positiva de sectores sociales más amplios.
En el film, el pueblo vietnamita vive pacíficamente hasta el momento del bombardeo en Hanoi, y parece ese el momento en el que comienza la guerra. La estructura del relato responde así a una evidente decisión ideológica que no condice con la realidad de una guerra que ya existía desde antes, ni con la experiencia del equipo que viajó para filmar la guerra. El propio Iván Nápoles, camarógrafo del ICAIC en Hanoi refiere:

“Las condiciones para trabajar allí eran muy difíciles, porque estaban en plena guerra. A Vietnam lo bombardeaban permanentemente, las 24 hs del día. Llegamos allí en 1966, cuando los bombardeos, en general, eran en los alrededores, no en Hanoi. Pero por una de esas casualidades de la vida, cuando estábamos allí, empiezan a bombardear la capital intensamente” (Mestman: 1996)

De modo que posteriormente a la larga secuencia del pueblo vietnamita viviendo en paz, irrumpe la violencia. Por primera vez aparecen las armas que los campesinos llevan en sus espaldas. El ruido de aviones acompaña las imágenes de hombres que abandonan sus tareas y se disponen a resistir. La secuencia es corta. Una vez terminada la amenaza, todos vuelven a la normalidad. Un solo muerto: la imagen poética de un animal que busca su cría que yace bajo el agua, y la de un campesino que se sumerge para llevarlo a tierra firme.
El pueblo vuelve a la vida cotidiana. Pero ahora, el trabajo continuo de la multitud incluye tareas que no resultan claras a los ojos del espectador. La cámara se desplaza continuamente, de primeros planos a planos generales, y poco a poco las tareas mostradas se van revelando como una preparación para la defensa: se trata de trincheras, hoyos de barro y paja, cilindros que se fabrican, trasladan, acumulan, y entierran en las calles y los parques de la ciudad de Hanoi como refugios individuales. Todos participan, mujeres, hombres, niños, ancianos. Por segunda y última vez en la película aparece el recurso del cartel escrito “NOSOTROS CONVERTIMOS EL ODIO EN ENERGÍA”, “ODIO EN ENERGÍA”, como único concepto que remite a la idea de una guerra no buscada, una reafirmación de la vida, una épica del trabajo y de resistencia ante la agresión injusta.
La secuencia culmina con dos imágenes de paz tensa: una pareja contempla la quietud de un lago sentada en un banco de un parque (que sabemos lleno de refugios) y el gesto bello y elegante de la mano de una mujer que canta. La vida continúa en medio de la amenaza constante.

c- El ataque aéreo

La paz es interrumpida por el ruido de motores y explosiones. La cámara busca afanosamente los aviones, en el cielo se divisa un puñado de pequeñísimos y lejanos puntos móviles, bombas y humo, a su par hay hombres, mujeres, niños que miran al cielo, o se protegen, o disparan desde sus trincheras a los aviones.
Recordemos aquí que las tomas que hicieron los noticiarios argentinos sobre los aviones resultan ahora comparativamente muy distintas. Por una parte porque fueron muy preparadas, se tomaron desde azoteas cercanas, y desde el mismo bando evitaron mostrar el fatal impacto. La cámara en Hanoi captó los aviones desde abajo obtuvo así imágenes muy lejanas y aleatorias, fijando el rasgo de la agresión como totalmente externa. La cámara se mantuvo en tierra junto al pueblo vietnamita. Se volvió por momentos ansiosa en la búsqueda de imágenes, arriesgada, se involucró, buscó captarlo todo en medio del caos. La diferencia en las formas de registro se explica por el diferente punto de vista (entendido como lugar físico y a la vez ideológico) de la cámara: en el caso argentino del lado de los aviones bombarderos, en Hanoi del lado del pueblo bombardeado.
La idea invasión aparece en una brevísima imagen: pequeñas figuras que suponemos paracaidistas caen del cielo. Una batería dispara. Un avión cae. La música pierde su dramatismo. El bombardeo ha finalizado.
Las personas salen al exterior desde sus refugios, desconcertadas o desesperadas. La cámara se detiene para mostrar en detalle la destrucción y el trabajo de hormiga del pueblo buscando qué salvar, cómo reconstruir. No así en los muertos y heridos: sólo un primer plano de dos niños hospitalizados, dos personas muertas destrozadas, una mano desprendida de su cuerpo, y una única foto de un plano general de un grupo de cadáveres de tan breve exposición que el espectador casi no habrá de recordarla.
Así vemos en esta “economía” en las imágenes de muerte violenta una problemática general que alcanza al género de información audiovisual en su conjunto durante los años sesenta. Ya señalamos las reticencias en el caso de los documentales argentinos sobre los bombardeos del 55. En Hanoi, se mostraron poco muertos y esto fue objeto de debate.
Los vietnamitas se opusieron a incluir esas imágenes mientras que el equipo cubano las consideraba una prueba importante para denunciar al imperialismo. Un tiempo después, Álvarez sintió algo similar frente a la exhibición de una foto del Che muerto con los ojos abiertos en una película de Solanas.[20]
Pero a diferencia del caso argentino, en Hanoi la cámara se detuvo especialmente a mostrar con planos cercanos el dolor de los vivos. Entre estas imágenes es destacable un primer plano de las manos que tapan un bebé muerto, y el de una madre desesperada frente a dos pequeños cajones. En un montaje paralelo se contraponen el llanto de una madre vietnamita y la risa abierta, ampulosa de la esposa de Jhonson (en una foto), al final la cámara vuelve a la mostrar el llanto desconsolado de la madre para cerrar la secuencia de los bombardeos.

d- David y Goliat

Con un nuevo cambio abrupto el film se interna en otro aspecto de la guerra: el fracaso y debilidad del invasor y la fortaleza de la resistencia. Por una parte, los agresores dejan de ser un conjunto indescifrable de puntos lejanos en el cielo, ahora en tierra y de cerca la representación de los soldados norteamericanos en contacto con los vietnamitas se ha invertido.
En un primer momento la cámara se interesa por los soldados norteamericanos tomados prisioneros adoptando un tono sarcástico que construye a partir del montaje de imágenes y música. Una canción de Napoleón Puppy cantada en inglés, parece que resonara en la cabeza de los norteamericanos, alude a la locura en su estribillo que repite incensante: “ellos me quieren llevar”, “ellos me quieren llevar”. La ironía es obvia pero la alusión tiene un margen más amplio. ¿Se refiere al engaño del que fueron objeto los soldados por el estado norteamericano? ¿A la impensada situación de verse prisioneros de un pueblo ignoto del tercer mundo? ¿A la sorpresa de su vulnerabilidad? Se suceden fotos muy significativas intercaladas en el montaje: un soldado norteamericano apuntando a un niñito, una pequeña mujer vietnamita armada llevando prisionero a un enorme yanqui, y sobre todo, los rostros de los soldados mostrados de cerca, identificables y recordables. Como si no fuera suficiente, la cámara hace un primerísimo primer plano de un carnet donde se lee claramente “Waters, Samuel Edwin” junto a su foto, número y demás detalles del documento. Las filas de soldados prisioneros se suceden en muchas tomas. Sus cabezas gachas, ahora presos, desarmados y sin uniforme, parece que recuperaran su lugar de pueblo víctima de un gobierno imperial que los usó mandándolos a estas tierras lejanas.
Cierra la secuencia la foto de un avión que ha aterrizado en Norteamérica y a su lado se encuentran una fila de ataúdes cubiertos con banderas. El presidente Johnson ya no ríe (una foto muestra su gesto adusto) mira al suelo y de modo surrealista se abre un globo en su cabeza por donde se desplaza una fila de ataúdes de soldados norteamericanos.
Goliat está en problemas.
Y al concluir la representación del soldado norteamericano también se termina el tono sarcástico. Y da comienzo a la representación del soldado vietnamita. De pronto llega un tren, la cámara se aleja y deja ver las largas filas de miles de jóvenes vietnamitas cargados con mochilas alistándose como soldados de un ejército. De frente y con planos muy cercanos para volver a mirar desde arriba recorre las filas que se vuelven interminables. La cámara se mezcla entre ellos, los muestra de frente y de cerca, están contentos, los deja pasar y los ve alejarse de espalda. David se multiplica en millones de vietnamitas que se alistan voluntariamente en este ejército popular.
Respecto de lo que habrá de ser el resultado final de esta guerra se presenta un final abierto. Sin embargo hay algo más que se quiere decir. Así parece cuando en el cierre se retoman las imágenes del principio del film, las bellas imágenes en colores del arte vietnamita y también se vuelve a la voz off que retoma las palabras de Martí. “…pelearon y volverán a pelear los pobres anamitas…”, como un destino que los habrá de encontrar otra vez como ayer y como tantas otras veces resistiendo a la opresión.

VI- Registrar y mostrar, decir y polemizar

Al entrar en contacto con la poética que imprime Alvarez y el ICAIC a su documental y contrastarla con el modo de representación institucionalizado que adoptaron los noticiarios argentinos, surgió la tentación de considerar al documental Hanoi más cerca de un “cine de autor” que del periodismo cinematográfico. Y quizás ello no sea totalmente erróneo desde una perspectiva estética, dada la libertad poética o las singulares marcas de autor que presenta en esta obra.
Sin embargo y teniendo en cuenta que el documental es básicamente una construcción de sentido sobre hechos reales, que estructura su relato sobre registros de la realidad o imágenes de archivo seleccionadas y organizadas de tal modo que produzcan un “efecto de verdad” o verosimilitud, nos pareció pertinente entonces confrontar los dispositivos desde los cuales se construye el “verosímil” en cada caso. .
En el caso argentino y de la mayor parte de los países del mundo para los cincuenta y sesenta, el MRI adoptado por los noticieros y documentales de la época descansa en la voz en off, recurso fundamental que otorga sentido a la imagen, dotándola de credibilidad. Hanoi… por su parte, carece de relator en off, de testimonio oral, reportaje directo, recursos estos últimos que para algunos analistas facilitan una mayor polifonía y por tanto se utilizan como criterio de verdad frente al autoritarismo que se pretende de la imagen.
¿Esto significa que Álvarez renuncia a otorgar sentido a los hechos? ¿Que prescinde del criterio de verdad? ¿O que su intención es la objetividad absoluta de exponer la realidad cruda a la vista del espectador porque su sentido es tan obvio que no necesita explicación ni retórica? Nada más lejos de estas intenciones. El mismo Álvarez se declara un “políticón” antes que un cineasta y descree de la posibilidad de reflejar “objetivamente” la realidad:

“Yo (…) no soy una cámara y no fotografío solamente la realidad. Yo no creo en la objetividad de nadie ni de nada. La objetividad es el falso pretexto con que uno se encubre para engañar al pueblo. .. [21]

“Yo hago propaganda política,(…) Soy político, subjetivamente político, pero no creo que haya cine en el mundo que deje de ser subjetivo y político. El más inocente cine que se haga en este planeta, no es objetivo. Ni los muñequitos de Walt Disney.[22]

Veamos entonces. Si bien en el MRI se estructura un relato fuerte a través de las imágenes que adquieren sentido definitivo con la voz en off, también Santiago Alvarez estructura un relato fuerte y un sentido contundente, pero lo hace a través de imágenes y sonidos, prescindiendo de la explicación oral. Más cerca de Vertov o de Einseistein, confía plenamente en la imagen, el sonido y el montaje como recursos productores de sentido. Y en un espectador capaz de decodificar ese mensaje.
Para ello utiliza recursos múltiples con gran libertad: registros fílmicos propios, texto literario, fotografías de archivo, animación de textos escritos, imágenes de pinturas, presencia y ausencia de color, y muy especialmente, la banda sonora.
La cámara es extremadamente móvil, más expresiva que descriptiva, más involucrada que neutral. En lugar del plano medio o lejano preferido por el noticiero tradicional, recurre en abundancia al primer plano y primerísimo primer plano –de fotos fijas o imágenes móviles- para luego ampliar la mirada en forma paulatina hasta llegar a los planos generales. El recurso es utilizado para efectos múltiples. En algunos casos, produce cierta intriga porque la “parte” que vemos no tiene sentido en si misma, pero lo adquiere cuando se nos muestra el contexto; otras veces, los planos cercanos de rostros producen identificación, es decir, los cuerpos se vuelven individuos, cercanos y humanizados.
El recurso no es solo estilístico, es una elección conceptual que se expresa también en la estructura narrativa. La relación entre lo particular y lo general es dialéctica porque los elementos particulares se contrastan con el fin de producir un sentido nuevo en un plano general e ideológico explícito. Ninguna imagen tiene valor por si misma, todas adquieren significados en el contexto.
A veces lo particular sirve de metáfora, como en el caso de la secuencia inicial donde personifica a EEUU en Johnson. En otros casos la relación es explicativa, como cuando muestra los detalles de los trabajos de los vietnamitas que luego derivan en preparación de la defensa, o la llegada del tren para luego pasar a las filas de soldados que se alistan para guerra.
En cuanto a la banda sonora, en el caso argentino es casi exclusivamente instrumental y cumple una función de refuerzo del sentido del texto y de la imagen, en el caso cubano adquiere un nuevo protagonismo ampliando tanto los tipos de música utilizados (aportando sentido también desde las letras) como también sus usos (refuerza, comenta, contrapone, ironiza, ridiculiza, etc.) y la convierte en un elemento esencial de la producción de sentido. Según Santiago Alvarez, “el 50 % de un film es su banda sonora”.

Finalmente y para concluir creemos que la diferencia más notable entre las dos modalidades expuestas no reside en la ausencia o presencia de estrategias de selección, omisión, reiteración, o ficcionalización para crear sentido sobre el registro del mundo real, ni en su autonomía respecto de un orden político. Ambos realizan operaciones de esta índole y contribuyen a la legitimación de un poder. La distancia entre ambos reside en que los documentales producidos por los noticieros argentinos adoptan un verosímil consagrado (MRI) que niega las marcas discursivas ideológicas en beneficio de una supuesta objetividad, en cambio, en el caso del ICAIC se abandona el verosímil consagrado para construir en base a la crónica nuevas formas estéticas y discursivas que exponen su pensamiento ideológico sobre la realidad que muestra.
Álvarez se siente “reportero” y asume abiertamente su subjetividad. Por eso, al filmar no dice “ésta es la realidad” sino “éstos son fragmentos de la realidad organizados del modo en que yo los veo”, y lo hace al servicio de la construcción de un nuevo poder en conflicto con el hegemónico mundial.
Finalmente, el MRI al presentarse como un discurso “verdadero” sobre la realidad, no sólo no muestra, sino que excluye la existencia de otras “verdades” por eso su efecto aplana o reproduce actitudes comunicacionales pasivas. Alvarez, al declarar su subjetividad y exponerla en la construcción de sus productos, reconoce la existencia de otras “subjetividades”, es decir, de otras visiones en conflicto con la suya y se instituye desde una perspectiva polémica provocando mayor reflexión.


NOTAS

[1] El título de este trabajo se inspira en el film Morir En Madrid - Frédéric Rossif (1962) – Documental que ofrece un amplio registro de la Guerra Civil Española.

[2] Entregamos este primer avance de una investigación UBACYT S444 que se propone analizar el discurso documental en Argentina que surge en momentos de disrupción social en los sesenta y en los noventa.

[3] Para la historia de los noticiarios en nuestro país consultar : Marrone I. y Moyano M. (compiladoras) 2007; Persiguiendo imágenes: el noticiario argentino, la memoria y la historia; Bs.As.Editores del Puerto.

[4] Para la historia del noticiario ICAIC consultar en Tierra en Trance (2008) Número dedicado a Santiago Alvarez: Mestman, M. (2008) Imágenes de “Un nuevo tango”. 1973: La cámara de Santiago Alvarez en la asunción de Héctor Cámpora; Y en Chavero, Haydeé; Noticiero Latinoamericano ICAIC, Análisis de caso; Fondo Editorial Humanidades y Educación; Departamento de Publicaciones Universidad Central de Venezuela.2000


[5] Un análisis exhaustivo en relación a la relación entre formas y contenidos puede relevarse en Héctor R. Kohen, “La aventura del homo faber. El cine de Jorge Prelorán” en Claudio España (dir. gral) Cine Argentino. Modernidad y vanguardias I. 1957/1983, Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes, 2005, 440

[6] En Argentina a fines de los sesenta se formaron agrupamientos cinematográficos que se plantearon la utilización del cine como herramienta política y a la vez se interesaron por el debate sobre forma y contenidos. Se trata por ejemplo del grupo Cine Liberación, Cine de la Base, u otros, etc.

[7] Haydeé Chavero considera la influencia de Dziga Vertov a través de varios cineastas que llegaron a Cuba a trabajar en el ICAIC a partir de la revolución. Todo un repertorio de recursos y modos políticos y estéticos vino de los trabajos junto a Joris Ivens y Román Karmen. En CHAVERO, Haydeé; Op. Cit.

[8] Claude Lanzmann rehuye a presentar en su film Shoah (1984) las imágenes documentales de archivo por este motivo. Y considera de mayor valor el testimonio oral contemporáneo. En Guarini, Carmen; Memorias y archivos en el documental social argentino. En Giróscopo Nº 1. Edición a salir en agosto 2008.


[9] Frase que pronunció Perón el 15 de Julio de 1955, después del trágico bombardeo y quema de iglesias en los que se expresaron los fuertes enfrentamientos entre peronistas y antiperonistas.

[10] Tadeo Bortnowski, (1924- ) participó en la resistencia polaca a comienzos de la segunda guerra hasta que fue apresado por la URSS. Posteriormente liberado cuando la URSS entró al bando aliado, se integró al frente y peleó en las primeras filas a la orden del Gral. Montgomeri en el norte de Africa y posteriormente en Italia de quienes recibió numerosas condecoraciones por su gran valor en las primeras líneas del frente. Al finalizar la guerra, fue enviado a Europa donde filmó campos de concentración y los entornos de los juicios de Nüremberg para migrar a Londres hasta 1948. Finalmente viene a la Argentina en 1948, y se incorpora al staff de Sucesos Argentinos.

[11] Bortnowski asegura que se prohibieron las imágenes del bombardeo “Perón no quería caldear más los ánimos...recuerden que él había llamado a la población civil a Plaza de Mayo pensando que no habría tales bombardeos...se sentía responsable...eran demasiado dramáticas...nosotros filmamos todo porque pensamos que algún día quizás se podrían ver”.


[12] SA Nº 871 (9-08-55) Actualidad política, El Dr. Leloir expone la posición de su partido frente al pedido de pacificación solicitado por el presidente Perón. CGE: dirigentes empresarias, renueva sus autoridades . SA Nº 872 16-08-55 Interventor partidario, asume sus funciones John Cooke. SA Nº 874 30-08-55 Llega de Europa el Dr. Juan I. Cooke

[13] SA Nº 875 7-09-55 Gremialistas de la Pcia de Bs. Aires vsitan al Pte Perón en Casa de Gobierno SA Nº 874 30-08-55 Llega de Europa el Dr. Juan I. Cooke SA Nº 875 7-09-55 Gremialistas de la Pcia de Bs. Aires visitan al Pte Perón en Casa de Gobierno


[14] Sanmartino acuñó el término “aluvión zoológico” para referirse a los que entraron en la ciudad de Buenos Aires el 17 de octubre de 1945
[15] LR3 Radio Belgrano es una radio argentina, fundada en 1923. En la década del '30 bajo la dirección de Jaime Yankelevich, fue la primera en transmitir en cadena. En la década del '50, con el inicio de televisión se denominó LR3 Radio Belgrano Televisión, que fue el origen del primer canal televisivo, el Canal 7.

[16] La segunda versión es un poco más corta, se le ha eliminado las primeras secuencias que corresponden al enfrentamiento entre Perón y la Iglesia Católica y se titula “Tiempo de violencia” y fue realizada por Proartel, empresa creada por Goar Mestre en 1958 que realiza una serie de programas para la TV con material cinematográfico..

[17] Ya dijimos que Perón prohibió a los noticiarios cinematográficos la exhibición de las imágenes del bombardeo y de los muertos en los cines, y que ellos sólo filmaron tomas lejanas, no sólo por las razones políticas que había esgrimido el gobierno, también porque era una línea de su dueño Antonio Angel Díaz
la de no mostrar cosas “macabras” en el cine. Entrevista a Tadeo Bortnowski Julio 2005.

[18] Frase con la que Fidel Castro se definió ante la Conferencia dada a intelectuales, artistas, educadores en la Biblioteca Nacional en junio de 1961 .
,
[19] El primer noticiero cubrió la gira de Dorticós por Latinoamérica y el primer documental “Esta tierra nuestra” dirigido por Tomás Gutierrez Alea fue considerado un arma de combate más que un documental de archivo. Chavero, Haydeé; Op. cit.

[20] “(…) respecto de ese film de Solanas y Getino en Cuba hubo una tremenda discusión (…) nosotros no estábamos de acuerdo con la forma en que fue puesto el cadáver del Che (…) con los ojos abiertos, como con laminada a la cámara (…) en ese momento me parecía muy violento (…) En la discusión en Cuba yo sacaba como argumento lo mismo que sostenían los vietnamitas cuando discutían con nosotros (…) ellos decían que porqué teníamos que andar mostrando los cadáveres o heridos, que eso no era necesario (…) Los vietnamitas eran reacios a que se mostrara un solo cadáver (….) y nosotros tratábamos de convencerlos de que eso los ayudaba en los foros donde se discutía la cuestión de Vietnam (…) Ese registro de masacres yanquis, desde nuestro punto de vista, era efectivo, servía. Claro que con nuestra posición sobre las imágenes del Che parecía que le estábamos dando la razón a los vietnamitas. (Mestman, M. op.cit.)
[21] Declaraciones al diario cubano «Guardián», en entrevista publicada el 24 de AGOSTO de 1968. LA HABANA, CUBA.

[22] ALVAREZ, Santiago. Entrevista personal con Haydée Chavero. La Habana, Julio de 1.990.