Por Javier Campo
Nada es casualidad. Ni que Lucía Cedrón (ver entrevista) haya hecho esta película (su primer largometraje) con dramas que han atravesado la historia de su familia, ni que haya tenido que reescribir treinta y tres veces el guión –según sus palabras-, ni que Lita Stantic haya sido la productora ejecutiva. Jorge Cedrón -cineasta y militante peronista-, el padre de Lucía, murió en circunstancias poco esclarecidas en París en 1980; Pablo Szir –cineasta y militante peronista-, compañero de Lita, está desaparecido desde 1977. Un muro de silencio (1993) fue la película que hizo Stantic para hablar sin hablar de su historia, Cordero de Dios es la que hizo Lucía Cedrón...
Cordero... se centra, de una manera no convencional, en el pasaje entre dos épocas: los 70’ de una pareja de militantes y el 2001/02 cuando él ya no está y quien lo entregó, el padre de ella, es secuestrado por una banda de delincuentes/policías. El recurso del flashback se vuelve imperceptible pero es destacado por el muy buen uso del vestuario, la iluminación y los diálogos de los protagonistas. Protagonistas que hacen recordar demasiado a los personajes que tienen que ver con la historia de la realizadora misma. Pero un estudio sobre esos aspectos es materia para un ensayo y no una crítica del film. Un último detalle deja flotando interrogantes: el film está dedicado exclusivamente a la madre de la directora.
Si bien el trabajo actoral presenta algunas aristas ríspidas, el manejo de los diálogos resulta acertado, sobre todo por la pericia de los experimentados Mercedes Morán y Jorge Marrale. Sus actuaciones nos colocan por momentos, por estar en esferas ideológicas opuestas, en medio de los debates que consumieron horas, páginas y vidas; sin embargo no mantienen ningún diálogo en el film. Cordero de Dios es una película sobre la imposibilidad de superación de una situación traumática como el secuestro y el asesinato, pero también sobre ideas políticas irreconciliables. Ideas que sí tienen vencedores y vencidos, como lo deja en claro el militar interpretado por Horacio Peña. Sin embargo, el film deja abierta la posibilidad de que esas ideas no obstruyan por completo el reencuentro familiar entre, de todas maneras, vencedores y vencidos.
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