10 de mayo de 2008

"J C Chávez", de Diego Luna

(México, 2007)

Por Sebastián Russo

Esta película se podría haber llamado “El dolor de ya no ser…” Pero es mexicana, y filmada por Diego Luna, por lo que un espíritu tanguero hubiera sido impostado. El boxeador (al cual la nominación de “ex” tampoco le cuadra, he ahí el problema) Julio Cesar Chávez, múltiple campeón mundial, y un referente del México contemporáneo, es seguido por la cámara de Diego Luna (joven estrella del cine de ese país, y de la cultura pop –dirigió de hecho la entrega de los premios MTV-) Un seguimiento que se inmiscuye en la cotidianeidad de Chávez, pero que en ese mismo movimiento obstruye una posible (necesaria) distancia crítica con el boxeador. Chávez se siente cómodo, parece dirigir la escena. Incluso en los momentos en los que se ve involucrado en ciertas oscuras maniobras (junto a personajes de temer: desde el neoliberal Salinas de Gortari, al promotor de box Don King), se lo muestra víctima, atravesado ingenuamente por estos sucesos: la mirada de Luna nunca deja de ser condescendiente. Las imágenes, mientras tanto, o en consonancia con esta mirada cándida, fluyen en formatos, estilos varios, en un collage visual tan atractivo como distractivo.

Sobre el final, tanto de la carrera de Chávez como de la película, se recupera un tono trágico que ahonda el conflicto, le otorga intensidad, incluso posibilidad de expansión. La tragedia de ya no ser, de querer seguir siendo, y ya no poder, Chávez la cataliza a través de su hijo. Entrena a su hijo, “obligándolo” a ser como él. Y la cámara capta tal imposibilidad, tal dolor. El tiempo pesando en sus ojos, en su mirada, en su rostro. Su hijo con la excitación del que recién arriba, de cara al futuro, pura esperanza. Y aquellas oscuridades reflejadas como un anecdotario, se resignifican, y sellan el destino trágico de quienes se abren paso a golpes, escapando de otro porvenir no menos signado.

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